Opinión Internacional/ México ante la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible

AutorRaúl Benet Keil

Diez años han pasado desde que más de 30 mil delegados de 176 países se reunieran en Río para celebrar la Cumbre de la Tierra. La conferencia se llevó a cabo con el objetivo de "establecer una alianza mundial nueva y equitativa mediante la creación de nuevos niveles de cooperación entre los estados, los sectores clave de las sociedades y las personas".

Las naciones signatarias se comprometieron a "poner en el centro de las preocupaciones del desarrollo sostenible los derechos de las personas a una vida saludable y productiva, en armonía con la naturaleza, y respetando las necesidades tanto de las generaciones presentes como futuras, en un modelo de desarrollo del cual el medio ambiente sería parte integral".

Reconocieron que la erradicación de la pobreza es un requisito indispensable para alcanzar el desarrollo sostenible.

No se han hecho grandes progresos en esas magníficas intenciones.

No es necesario estudiar a conciencia los reportes anuales de la ONU o los reportes recientes de la Sedesol para cerciorarnos de que la desigualdad sigue creciendo.

Respecto a la pretensión de considerar los derechos de las generaciones futuras, éstas simplemente no entran en los planes de la Organización Mundial de Comercio, ni de otras instancias de decisión que rigen el destino de la humanidad.

Lejos de haberse avanzado en la erradicación de la pobreza, asciende día a día la cantidad de pobres que carecen de agua, aire y suelo limpio y sano.

Uno de los elementos más esperanzadores de la Cumbre de Río fue el reconocimiento por parte de los países ricos de su preponderante contribución a la degradación del ambiente y como consecuencia, de su responsabilidad en la restauración y corrección de los problemas causados por ellos, asumiendo un espíritu de "solidaridad mundial".

Algunos países desarrollados, encabezados por Estados Unidos, han hecho todo lo posible por mantener e incrementar patrones de producción y consumo totalmente insostenibles, y al mismo tiempo ocultar, minimizar y negar el grave impacto que tales patrones están teniendo sobre el clima, la calidad del aire, el agua, el suelo del planeta y también sobre la calidad de vida de la gente.

Otro compromiso en Río fue el intercambio de conocimiento y tecnología para lograr un desarrollo sostenido. Pero lo que está ocurriendo con el conocimiento y la tecnología es que se convierten crecientemente en instrumentos de control corporativo, como muestra la carrera de las poderosísimas corporaciones...

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