Daniel Rodríguez Barrón / Resumen historia a través del arte

AutorDaniel Rodríguez Barrón

Como una síntesis cultural de dos siglos, que reúne a través de la plástica la historia y el mundo cotidiano de un país, se presenta en México LACMA: Obras Maestras 1750-1950. Pintura estadounidense del Museo de Arte del Condado de Los Ángeles.

La exposición, en el Museo Nacional de Arte hasta el 1 de abril, ofrece 71 obras que permiten apreciar el pasado de la pintura estadounidense, que con frecuencia se limita a la Escuela de Nueva York, formada a lo largo del siglo 20, cuyos mayores exponentes fueron Rothko, De Kooning y Pollock.

La muestra se divide en varios núcleos, como “Pintura estadounidense temprana”, con la producción plástica elaborada en los últimos años de la etapa colonial; “Estados Unidos, el nuevo Edén”, en el que se abordan los comienzos nacionalistas y el surgimiento de primera agrupación artística estadounidense, la Escuela del Hudson.

Más adelante, “El país alcanza su madurez” muestra una estética que idealiza el pasado de la nación; “El arte estadounidense madura” refleja la creación de artistas que emigraron a Europa y está marcada por un clasicismo importado de las academias del viejo continente.

En “Estados Unidos moderno y urbano”, se aprecia el panorama artístico cercano al siglo 20 a través de un acentuado realismo. Durante “El Nuevo Mundo imaginativo”, hacen presencia los principales representantes del modernismo estadounidense, como Alfred Stieglitz, Marsden Hartley, Georgia O’Keffe y Helen Lundenberg, entre otros.

“La relevancia social del arte” exhibe un breve mosaico de nuevas propuestas abstraccionistas. Y el recorrido termina con “El arte estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial”, en el que emergen los artistas más conocidos, como Jackson Pollock, Thomas Hart Benton y Stuart Davis.

Esta sucinta historia de la pintura estadounidense permite analogías con la pintura en México. En ambos países el arte plástico es derivativo y comienza como un reflejo del europeo, aunque las obras del barroco mexicano de los siglos 17 y 18 son muy superiores y más genuinas a las que se pintaban durante la misma época en Estados Unidos. En el siglo 19, ambas culturas se interesan por la realidad plástica del continente, tanto en el paisaje como en sus hombres. Norteamérica hace del trabajo una mística y de la naturaleza, una iglesia: su paisaje es un sustituto de la fe, y los hombres y mujeres que trabajan en estos paisajes lo hacen de frente al futuro. En México, el paisaje es una nostalgia y el trabajo es afrenta...

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