Entrevista/ David Huerta / 'Lo poético es impuro'

AutorSilvia Isabel Gámez

David Huerta sintió cuando era adolescente que el mundo no lo merecía. Hasta que la vida lo puso en su lugar y le reveló un mantra: "No te tomes en serio".

"Cuando era joven no la pasé bien", recuerda el poeta. "Tuve una hija, un divorcio, necesidad de trabajar. Viví en la noche, de manera muy desordenada, durante demasiado tiempo".

Para Huerta, la publicación de La mancha en el espejo (FCE) es una nueva lección de humildad. Son dos volúmenes que compilan cuatro décadas de obra poética, de 1972 a 2011.

"Aquí está lo que he podido, lo que he sabido hacer. Tengo que ver las cosas en su realidad. Es importantísimo, pero es nada más un libro".

La Poesía completa de su padre, Efraín Huerta, abarca 623 páginas. La mancha en el espejo suma más de mil 600 páginas, y a eso hay que agregar los poemas sueltos que ha publicado y también los más recientes.

¿Tenía usted más cosas que decir que su padre?

Probablemente no, pero tenía mucho vuelo mecanográfico. Mi papá era mejor poeta de lo que yo jamás podré ser.

Su padre celebraba su poesía.

No era objetivo. Era un hombre lleno de pasiones, y una eran sus hijos.

¿Nunca le creyó?

Todos somos imperfectos. Se lo creí durante un momento.

A Huerta los críticos le han colgado, afirma, el sambenito de barroco, de indescifrable. Su primer poemario, El jardín de la luz (1972), era un libro "derivativo" producto de sus lecturas. En Cuaderno de noviembre (1976), de versos ásperos, prosaicos, empezó a descubrir su voz.

"Para mí eso es lo poético: una poesía imperfecta, impura, como dice Neruda". Si algo permite advertir La mancha en el espejo, dice, es su disposición al cambio, a obedecer los vientos de la vocación y de las sucesivas pasiones y obsesiones.

"No he querido ser de una sola manera. Soy un poeta que cambia".

¿Ha buscado la claridad en su poesía?

No, lo que busco es la dificultad. Prefiero que el lector se sienta desafiado a reflexionar. Mi poeta favorito es Luis de Góngora.

¿Cuál es la materia prima de sus versos?

La experiencia vivida y la experiencia del lenguaje están muy trabadas. Me importa mucho cómo suenan las palabras puestas una detrás de la otra. Ésa sería la materia prima, la importancia que le doy al orden de las palabras.

Huerta no es disciplinado, pero se mantiene en estado de alerta. Su padre le heredó la costumbre de cargar siempre una libretita donde atrapar los versos.

¿Le ha salvado de algo la poesía?

No, lo que me ha salvado de la muerte, de heridas profundas, de mutilaciones, es...

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