David Shields / Reforma ultralight

AutorDavid Shields

En la discusión sobre la reforma energética, se observa una gran resistencia de los actores políticos a hacer cambios mayores o cosas nuevas, sobre todo cuando podría involucrar a nuevos actores como en el caso de las aguas profundas. Pero incluso hay resistencia a permitir que Petróleos Mexicanos (Pemex) se desligue de sus ataduras burocráticas y fiscales, a fin de aplicar criterios de negocios y ser una empresa competitiva.

Por ejemplo, no se nota interés, ni por parte del gobierno ni de la oposición, en sanear financieramente a Pemex y reducir su enorme deuda. Los voceros oficiales rechazan la opción de capitalizar a Pemex mediante una colocación en mercados. Ni siquiera se plantea recurrir a opciones como los petrobonos, que hace dos o tres décadas funcionaron sin causar polémica.

¿Cómo explicar tanta timidez, habiendo retos y oportunidades tan enormes? El gobierno, al parecer, no quiere dar argumentos a quienes lo acusan de "privatizar". Hasta se autoimpone la restricción de no contemplar ni la más leve modificación a la Constitución antes de debatir y decidir qué queremos hacer con Pemex. Pero si no resolvemos, como País, cuál es la visión del Pemex que queremos en el largo plazo, no podremos trazar la ruta para llegar.

Es inadmisible pensar que el Pemex del futuro sea un organismo público con las manos atadas por la burocracia, la normatividad, la carga fiscal y el presupuesto. Pero, ¿cuál es la ingeniería técnico-administrativa que se propone para cambiar esto? Tampoco es admisible contemplar un futuro en el que los funcionarios de Pemex siempre estarían trabajando para darle la vuelta a la Constitución, administrando contratos que lleven a controversias políticas y jurídicas. Entonces, ¿cómo van a ser las alianzas entre Pemex y el capital privado en aguas profundas y para otras tareas?

La izquierda esgrime el argumento de que Pemex sigue siendo una empresa sumamente rentable (más por los precios del crudo que por alguna virtud de la paraestatal), por lo que no debe compartir la renta petrolera con compañías privadas. Pero, en realidad, Pemex no participa hoy día en el negocio petrolero como una empresa que busca ganancias, sino como un recaudador de renta para el fisco y como una burocracia facilitadora de negocios privados mediante esquemas de contratismo. En el área en exploración y producción, es común que las compañías contratistas se lleven contratos por cientos de millones, o incluso más de mil millones, de dólares. Estos...

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