Decadente frescura

AutorJuan Carlos Angulo

La isla que vio nacer a Freddie Mercury huele a canela, clavo, incienso y tierra mojada; sabe a coco, nuez moscada y pimienta; se escucha como el canto del almuédano que llama a los fieles desde su mezquita.

El corazón de Zanzíbar es una licuadora de culturas, que en su estética arquitectónica alberga lo mismo edificios coloniales y minaretes, que hermosas puertas talladas en maderas cuyos diseños evocan los de la India medieval y la China arcaica.

A este lugar han llegado de todas partes y todas las culturas; igual persas y árabes que musulmanes, portugueses, británicos y, por supuesto, africanos de las tierras centrales, trayendo consigo lo más distintivo de cada región.

Una de las regiones más frecuentadas por el turismo que llega a este archipiélago conformado por numerosas islas pequeñas es Stone Town, el centro de la ciudad que se asienta al oeste y guarda una seductora decadencia que recuerda un poco a la Habana.

En el casco viejo de la urbe, muchas antiguas casas omaníes se han remozado para convertirse en lo que llaman hoy hotel con encanto.

Por sus retorcidas callejuelas, los vendedores ambulantes ofrecen en sus pequeños puestos banderillas de langosta a la plancha, guisos de cordero cocinados con muchas especias, o bien, refrescantes jugos de caña mezclados con agua mineral.

Ni hablar de alcohol, ya que, como en todo país musulmán, está prohibido su consumo. Mejor cambiarlo por el tradicional té de hierbabuena.

Visiones palaciegas

Luego del feliz golpe a los sentidos, una visita formal a Zanzíbar bien puede comenzar en el Beit al Sahel, también conocido como Museo del Palacio, que en realidad es un precioso complejo de varios palacios que, según se cuenta, ocuparon los últimos sultanes antes de ser expulsados del país, en 1964.

Luego, hay que dirigirse al Aga Khan o lo que se traduce como "El viejo dispensario", ubicado en un espléndido palacio restaurado en los últimos años. Su construcción fue concluida en 1894, para celebrar el 50 cumpleaños de la reina Victoria. Hoy es también la sede de la Escuela de Restauración.

Por el centro se observan visitantes, la mayoría provenientes de Inglaterra y Noruega, tratando de encontrar en los mercados de Stone Town el recuerdo más original para presumir de regreso en casa, mientras los niños locales juegan a las escondidas.

Ya casi llegando al puerto hay una serie de plazoletas que los mercaderes han convertido poco a poco en salas ambulantes (se instalan con todo y alfombras), y desde ahí...

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