Deja su impronta Francisco Toledo

AutorFrancisco Morales V.

No hay día que pase en Oaxaca sin que, de una manera u otra, se recuerde con cariño y nostalgia a Francisco Toledo.

A un año del fallecimiento del artista plástico juchiteco, por las calles del Centro Histórico de la capital del Estado cotidianamente se extraña el clac-clac de sus huaraches sobre el empedrado, su figura enjuta debajo de la ropa de manta y su icónica melena larga.

Pero donde más se le echa en falta, sin embargo, es en los espacios culturales que fundó y que, en un conocido acto de generosidad y desprendimiento, donó a su tierra adoptiva en vida.

En el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB) y el Centro de Artes de San Agustín (CaSa), entre otros espacios, este primer año sin Toledo (1940-2019), que se recuerda mañana, ha sido uno de suspiros.

"Cuando andaba uno aquí en el Centro, a veces era muy común verlo caminando, ya sea en la calle muy temprano, o si pasaba uno por el IAGO, porque pasaba más tiempo en el IAGO, aunque luego también se daba sus vueltas al Centro Fotográfico para ver en sí el lugar, comentar sobre las exposiciones o si nos hacían falta algunos libros", recuerda en entrevista Fausto Nahúm, director del CFMAB, ubicado en el número 116 de la calle Manuel Bravo.

Toledo, recuerdan sus colaboradores, cuidaba de cada lugar como si fuera su propia casa, supervisando que todo estuviera en las mejores condiciones para recibir al público.

"Siempre una persona como el maestro Toledo va a dejar un gran hueco en todo el quehacer, más que el IAGO fue de sus espacios favoritos y él, personalmente, veía que estuvieran bien las plantas, los libros y todo esto", recuerda por su parte Hazam Jara, titular del instituto, con sede en Macedonio Alcalá 507, frente a la Iglesia de Santo Domingo.

No obstante, como recuerda quien fuera diseñador de Toledo durante una década, los lugares nunca se sintieron como si fueran de su propiedad, sino como un bien colectivo, siempre abierto para todos.

"Él siempre contagió y puso el ejemplo a la hora de compartir. El IAGO fue su casa y la donó para que todos pudiéramos tener acceso", destaca Jara.

Si bien es cierto que la pérdida para todos los oaxaqueños ha sido grande, cada lugar que fundó cuenta con un equipo de colaboradores que fueron formándose ahí mismo, con él, y que ahora continúan con su visión de la gestión cultural.

"El sentía que el arte y la cultura deberían estar al alcance de todos", aporta Daniel Brena, director del...

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