Deja Ortega su silla vacía

AutorJorge Arturo Hidalgo

En la primera fila de invitados especiales, donde se ubicó la cúpula perredista para presenciar el ascenso de Rosario Robles como nueva dirigente del PRD, la silla rotulada con el nombre de Jesús Ortega se quedó vacía.

Su dueño, líder de los senadores del partido y perdedor en la contienda por la dirigencia nacional optó por las últimas filas de invitados especiales para atestiguar el relevo de Robles por Amalia García, la dirigente saliente que llegó al evento con media hora de retraso y se sentó a la izquierda de Cuauhtémoc Cárdenas. A la diestra del Ingeniero se ubicó su sucesora.

Desde la fila siete, con tono molesto compartido por Jesús Zambrano, ex secretario general y número dos en la corriente Nueva Izquierda, Ortega escuchó las rechiflas que simpatizantes roblistas le endilgaron a Raymundo Cárdenas, su compañero de fórmula en la frustrada campaña y nuevo secretario general.

Monumento a la Revolución. Domingo al mediodía. Toma de protesta de Rosario Robles como nueva presidenta del partido, 28 días después de la cuestionada elección interna que enfrentó, no sólo en las urnas, sino en la etapa postelectoral, a la corriente roblista afianzada en el apoyo del líder moral del partido, Cuauhtémoc Cárdenas, con la alianza de Nueva Izquierda y Foro Nuevo Sol -Jesús Ortega y Amalia García-.

La división latente en el PRD trascendió ayer los discursos oficiales y los llamados a la unidad.

Al filo del mediodía, Cuauhtémoc Cárdenas -que ocupa un lugar en las páginas de la historia y en el corazón de la gente, como lo adornó Robles-, llegó con su esposa Celeste Batel y su hijo Cuauhtémoc, y se ubicó al centro de la primera fila; cinco minutos después, vestida con un traje sastre azul turquesa y las luces del pelo recién retocadas, la nueva inquilina de la oficina principal de Monterrey 50 arribó y fue a colocarse a la diestra de Cárdenas, de donde no se movió hasta que fue llamada para tomar protesta como nueva dirigente.

Ortega y su grupo -Zambrano, Carlos Navarrete, Eduardo Espinosa- llegaron por otro lado, se sentaron alejados de la cúpula sin saludar a Cárdenas ni a Robles y, concluido el vento, salieron por el mismo sitio sin despedirse.

Simpatizantes roblistas del Estado de México y del DF en su mayoría, vitorearon a Cuauhtémoc Cárdenas, a Robles, a Andrés Manuel López Obrador, pero cuando escuchaban el nombre de Raymundo Cárdenas, arremetían a chiflidos y gritos de desaprobación.

"Es un signo de intolerancia que Rosario decía en su...

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