Delata Covid contrastes

AutorJorge Ricardo

Sus 79 años los cumplió en el hospital. El 26 de abril, los médicos le cantaron Las Mañanitas a Marcelina García Pavón en el Hospital de Alta Especialidad del ISSSTE de Veracruz. Estaba contenta, pero se puso a llorar cuando hizo cuentas: habían ya pasado 20 días desde que fue internada por Covid-19.

"Estuve muerta y todavía estoy", dice doña Marcelina ya de vuelta en su casa desde el 2 de mayo. Sus familiares creen que resistió por su enorme amor por sus dos nietas, de 10 y 16 años que ella cuidó, y su fuerza de voluntad.

El primer fin de semana de abril viajó al cumpleaños de una tía de 90 años en Córdoba. El 6 de abril, a su regreso al Puerto de Veracruz, tenía fiebre, dolor de huesos y ya no se pudo levantar. Ese día la internaron.

"Los médicos dijeron que la intubaban y que no contáramos con ella si en tres días máximo no respondía. Nos dieron una lista de funerarias", dice todavía llorando su hija Victoria Gutiérrez.

Convaleciente aún, medio muerta, doña Marcelina, ama de casa y costurera, acepta que se ha medio salvado. "Falta que me salve por completo porque no puedo caminar. Lo que quisiera yo es nomás poder caminar tantito, porque mis pies se endurecieron y todavía me mareo", dice.

Desde el 2 de mayo que la dieron de alta no ha logrado conseguir una silla de ruedas. Salió del hospital y llegó a su casa entre aplausos, pero estaba en camilla y se sentía medio muerta. Sus familiares tienen que ayudarla para todo. Eso es lo que le duele más.

De lo que recuerda del hospital es muy poco: frío en todo el cuerpo, pero sobre todo en los pies, unos palos que le metían por la nariz para darle respiración, pérdida del sentido del tiempo, la comida que entraba por una sonda. "Los médicos nada más entraban y me veían y me dejaban ahí muerta, muerta de frío porque hay un frío...", dice vía teléfonica.

Su hija recuerda que las enfermeras le contaban que no dejaba de preguntar por sus dos nietas. "Ella quería regresar a la casa por sus nietas, entonces fue su motivo para que saliera adelante". Eso sin contar la salud de hierro de su mamá: "Tiene un solo riñón, pero superó todas las infecciones que le dieron por esos tubos que le pusieron, todo eso, ahora nada más necesitamos una silla de ruedas o que vuelva a caminar".

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La primera versión de la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica indicaba que entre ponerle un ventilador a una persona de 80 años y a una de 20 en la sala de urgencias de Covid-19 se prefiriera al más joven. "Se tiene que salvar la mayor cantidad vidas-por-completarse", decía.

¿Vale más un instante de vida...

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