Denise Dresser / Árbol retorcido

AutorDenise Dresser

"Hay que darle el beneficio de la duda a Raúl Cervantes", dicen. "No sabemos si el nuevo procurador logrará ser el fiscal que el país necesita, pero puede llegar a serlo", insisten. "La militancia partidista no es un obstáculo", repiten quienes apoyan la postura propuesta por el respetado Dr. Pedro Salazar de la UNAM. Algunos argumentos de buena fe, y otros no tanto, pero con el mismo resultado. Aceptar el hecho consumando de un funcionario políticamente teñido para un puesto que requerirá independencia incuestionable. Aceptar el fait accompli de un "Fiscal Carnal" para una tarea que exigirá credibilidad sin cuestionamientos. Aceptar un proceso de selección fársico por parte del Senado que pisoteó su papel de contrapeso. Eso es lo que piden que hagamos. Otra vez, doblar las manos. Otra vez, agachar la cabeza. Otra vez, guardar un amable y civilizado silencio. Otra vez, dejar que nos "jodan" y ahora hasta con nuestra anuencia.

Lo que piden debería ser inaceptable para cualquiera que quiere ver una procuración de justicia distinta en México. Una Fiscalía General que no funcione como tapadera para ejecuciones extrajudiciales o aval para desapariciones forzadas o manto protector para los cuates o ventanilla para la venta de investigaciones a modo. Como lo ha sido y lo seguirá siendo si allí permanece un miembro del PRI y no uno cualquiera. Raúl Cervantes no solo ha sido un militante de su partido; era abogado de Peña Nieto en el caso Monex, cuando el PRI fue acusado de fraude electoral y el IFE dese-chó el caso, en uno de los tantos fallos desaseados de su historia reciente. Cervantes no es un priista más; lleva años vinculado a procesos jurídicos y políticos orquestados por el consejero jurídico del Presidente. Minimizar su función de tornillo del engranaje con efectos perniciosos para la justicia es un acto de profunda candidez, en el mejor de los casos. Aunque el gobierno cambie en 2018, el ADN de Raúl Cervantes no lo hará. Las lealtades que carga, los favores que debe, los intereses que necesitará proteger permanecerán allí.

Y la defensa de Cervantes en torno a lo buen interlocutor que fue durante el debate sobre el Sistema Nacional Anticorrupción tampoco es suficiente para avalarlo. Ni su "solidez técnica", ni su "capacidad política como negociador". El punto de partida para quien ocupe la Fiscalía General tiene que ser la característica fundacional de la autonomía. La distancia crítica que Cervantes por trayectoria y temperamento no...

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