Denise Dresser / Macanazo

AutorDenise Dresser

Hay golpes en la vida tan fuertes. Golpes como del odio de Dios, escribía César Vallejo. Golpes como los que cuatro ministros de la Suprema Corte acaban de propinarle al país. Heridas como la que el máximo tribunal acaba de infligirse a sí mismo al declarar que las mujeres no tienen derecho a decidir sobre sus propios cuerpos. Al sugerir que la última instancia a la que una mujer puede recurrir para proteger sus derechos no funciona para ella. Al transformar el sufrimiento de adolescentes violadas y embarazadas en una anécdota más. Al convertir su veredicto en confabulario de católicos vengativos, legisladores irresponsables, partidos oportunistas. Y así como la legislación en Baja California y San Luis Potosí ha llamado criminales a las mujeres que abortan, la Suprema Corte manda el mismo mensaje. Ustedes y yo, desamparadas por quienes deberían proteger nuestros derechos, pero han decidido que no les corresponde velar por ellos.

Al votar como lo ha hecho, la mayoría de los ministros acaba de darle una estocada a la Corte de la que tomará años en recuperarse, si es que alguna vez logra hacerlo. Porque su resolución va a ocupar un lugar deshonroso en la historia constitucional de México. Una mancha imborrable, una vergüenza compartida, una herida auto-infligida. Un sablazo que producen cuatro ministros que se vanaglorian de empatía y sensibilidad, pero en sus argumentos públicos no la demuestran. Ingenuos o cínicos cuando sugieren que la protección de la vida desde la concepción no corre en contra de los derechos de las mujeres. Contradictorios o deshonestos cuando argumentan que la Constitución local de Baja California y su definición de la vida no se contrapone a la Constitución federal ni a los tratados internacionales suscritos por México. Insensibles o autistas cuando argumentan que la validez de las constituciones locales no necesariamente conducirá a la criminalización del aborto. Cómplices involuntarios o activos de la Iglesia Católica cuando afirman actuar en función de "la Constitución" y la interpretación de ésta resulta coincidir con los intereses más retrógradas del país.

Cuatro ministros de nuevo destruyen la magnífica ilusión de que la Corte opera en un plano moral e intelectual superior a la mayoría de los mexicanos y se aboca a defender a las mujeres de México. Cómo creer que ponen lo mejor de sí mismos para servir correctamente al país si allí están las posturas morales y no legales del ministro Ortiz Mayagoitia. Las...

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