Denise Dresser / #NoEsDeHombres

AutorDenise Dresser

La mano que aprieta la nalga en el Metro. La mano que mete la mano debajo de la blusa o entre las piernas. La mano que suelta la bofetada, propina el puñetazo o estrangula. Esa mano masculina a la cual tantas mujeres temen porque han padecido el dolor que produce o la humillación que provoca. Mano machista, mano sexista, mano misógina, mano maleducada. Omnipresente en el transporte público, en las escuelas, en las universidades, en los parques, en los baños públicos, en los propios hogares. Cinco dedos activos en la extremidad del juez que ampara a un Porky acusado de pederastia, con los cuales redacta una posición que resume cómo México todavía trata a sus mujeres.

Con desdén. Con paternalismo. Con violencia verbal o física. Desde el manoseo hasta la mala interpretación de la ley. Desde el acoso sexual hasta el desamparo legal. Desde la tortura hasta el "tocamiento". Y en el caso del juez de Distrito Anuar González Hemadi, una sentencia indignante resumida en el titular del periódico The Guardian: "Hombre mexicano dejado en libertad en caso de acoso sexual a menor de edad porque no lo disfrutó". Porque el juez argumentó que no había "intención lasciva" y por lo tanto no hubo "abuso sexual". Porque aunque el presunto culpable introdujo sus dedos en la vagina de Daphne, eso fue sólo un "roce o tocamiento incidental". Porque ella no estaba indefensa; podría haberse cambiado al asiento de adelante. Y más. El juez convierte la narrativa del abuso en un caso clásico de "he said, she said".

Como ha explicado Estefanía Vela en su espléndido texto en Nexos, los argumentos del juez son muy problemáticos y muy reveladores. Para él, escribiendo con manos masculinas, "el problema no es que no se comprobó qué hizo Cruz, sino que no se comprobó que lo hizo por placer". La concepción que el juez tiene sobre lo que significa el acoso sexual y que sólo se da si entraña "placer sexual" no está contenida en ninguna jurisprudencia. Proviene de la mentalidad de un hombre mexicano, como tantos. Proviene de aquello que Marina Castañeda bautizó como "el machismo invisible" que en esta sentencia se visibilizó. Una constelación de valores y patrones de conducta que afecta todas las relaciones interpersonales, y que transita desde la casa hasta los juzgados. Una forma en la cual los hombres se relacionan...

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