Denise Dresser / Tufo salinista

AutorDenise Dresser

Hay mucho de salinista en la Cruzada Nacional contra el Hambre de Enrique Peña Nieto. Hay mucho de parecido. Hoy, al igual que ayer, la política contra la pobreza es parte de las lógicas entrelazadas con las cuales el Presidente en turno quiere ser neoliberal y neopopulista al mismo tiempo. Quiere promover la inversión privada en Pemex con una mano, y compensar a los pobres con otra. Quiere ofrecer una cara eficientista a los mercados y una cara asistencialista a los desposeídos. El objetivo es asegurar clientelas y también crear condiciones políticas para una mayor liberalización económica. Se trata de privatizar y compensar, abrir y construir apoyo clientelar, sacar al Estado de ciertas áreas de la actividad económica pero aumentar su intervención en otras. La Cruzada contra el Hambre es el Programa Nacional de Solidaridad reinventado.

Al igual que Pronasol, la Cruzada peñanietista no representa una transferencia de recursos de largo plazo que produzca la posibilidad de elevar el ingreso de sus beneficiarios. Al igual que Pronasol, los criterios para la asignación de despensas parecen estar electoralmente motivados. Al igual que Pronasol, la Cruzada provee compensación selectiva a poblaciones que estarán en el centro de la contienda electoral. Al igual que Pronasol, la estrategia de Enrique Peña Nieto mitiga el impacto de la pobreza pero no se centra en sus causas estructurales. Un ataque frontal a la pobreza entrañaría políticas macroeconómicas centradas en la generación del empleo y el incremento del ingreso. El gasto social a través de una política compensatoria no puede neutralizar los efectos de una política económica que ha concentrado la riqueza y redistribuido muy mal la que hay.

Como lo aprendimos a través de los años del Pronasol, la capacidad limitada del Estado para aliviar pobreza es producto de esfuerzos que acaban por politizarla. Al responder a imperativos electorales, y centrarse en poblaciones que no son las más pobres, la Cruzada contra el Hambre coloca un énfasis desproporcionado en los pobres urbanos y opera en función de criterios que poco tienen que ver con el alivio a la pobreza. Aunque la Cruzada a fin de cuentas logre proveer una red de seguridad social mínima -a través de la selectividad social de un subsidio- esa entrega no está libre...

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