Depende pisca en Hidalgo de menores

AutorVerónica Jiménez

PROGRESO DE OBREGÓN / Hidalgo

Procedentes de Guerrero y de Morelos, aproximadamente 200 jornaleros agrícolas llegan cada año a la pisca de ejote que se efectúa de junio a octubre en el Valle de Mezquital. De ellos, el 60 por ciento son menores de 18 años.

Roberto de la Cruz Jiménez tiene 10 años, y gana aproximadamente 30 pesos diarios tras jornadas de no menos de 10 horas.

No hay descansos para él ni para los casi 60 niños que trabajan los 8 días de la semana junto con una cuadrilla de más de 100 jornaleros agrícolas en el albergue El Moreno, uno de los dos espacios habilitados desde el 2002 en la entidad por la Sedesol.

Aunque la dependencia federal supervisa que no se cometan abusos en estos centros de trabajo, los espacios ya no son suficientes, por lo que se da el hacinamiento.

Por ejemplo, en Mixquiahuala, los jornaleros viven en cuartos o en granjas de pollos, habilitadas como dormitorios.

"El trabajo infantil desafortunadamente forma parte de una cuestión cultural de los grupos indígenas.

"La Sedesol ha buscado desalentarlo a través de áreas específicas para la atención a niños migrantes, bajo un programa educativo; sin embargo, no ha funcionado porque los menores prefieren irse a los campos de cultivo", explicó en entrevista Alejandra Villalpando, coordinadora y representante estatal del programa de Jornaleros Agrícolas de la Secretaría de Desarrollo Social.

"Nos cuesta mucho trabajo revertir esta situación que viven los niños jornaleros, porque los padres están acostumbrados a que sus hijos desde pequeños representan fuerza de trabajo, y por ende contribuyen al ingreso familiar", indicó.

La funcionaria estatal destacó que los usos y costumbres son un problema para los programas.

"Vengo con mi mamá, mi papá está en el norte; nosotros desde hace 8 años venimos desde Ayotzinapan, Guerrero; gano 30 pesos diarios, porque sólo puedo juntar 30 kilos de ejote", sostiene Roberto, el menor de 10 años.

Confiesa que le gusta la vida en el campo y que le gustaría ser siempre jornalero, a pesar de que hace mucho calor o a veces llueve.

"Es aburrido estar en la casa; también me canso de ir a la escuela, por eso me gusta ir al campo a trabajar", expone.

Aunque su papá les manda dólares cada ocho días, ellos nunca han dejado de trabajar, incluso dice que su padre sabe que todos andan en el campo, pero que no dice nada. El problema es que desde que salieron de Guerrero, han dejado de tener comunicación telefónica con él.

"Mi mama cocina, nos lava...

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