El derecho a ser diferente

¿Necesita Estados Unidos de amigos? En la tercera entrega de la serie 'Cartas a estadounidenses', en la que voces de todo el mundo intercambian cartas con colegas en Estados Unidos, Will Hutton, autor británico de "Una declaración de independencia: porque EU debería unirse al mundo", le escribe al luchador anti-impuestos norteamericano y defensor de un Gobierno pequeño, Grover Norquist.

Europa no quiere ser EU

Querido Grover,

Tú y yo discrepamos mucho con respecto a lo que constituye la buena sociedad. Yo creo en un contrato social y reconozco que se debe pagar con impuestos y estar organizado por la autoridad pública.

Pero en nuestro compromiso compartido con la democracia, el imperio de la ley y la indispensable inviolabilidad de los derechos sobre la propiedad privada, compartimos valores occidentales centrales.

En principio, podemos debatir la filosofía política apropiada que deba informar la organización económica y social de nuestros respectivos países, respetando al mismo tiempo las diferencias del otro.

El problema es que yo, y millones de europeos más, ya no confiamos en que el liderazgo del Estados Unidos actual respete estas diferencias.

La Administración de George W. Bush cree que la economía y sociedad de Estados Unidos son la meta a la que otros deben aspirar y compararse a sí mismos con ellas; que las ideas alternativas -incluso dentro de la tradición occidental- son aberrantes; que Estados Unidos se ha impuesto el deber sagrado de no dar cuartel al imponer esas creencias; y que tiene un destino especial de proyectarlas en el extranjero.

Efectivamente, parece que la actual Administración cree que Estados Unidos es tan especial que las reglas que se aplican a países menores -respetar las leyes internacionales, defender las instituciones internacionales, respetar las Convenciones de Ginebra- se deben aplicar a él sólo de manera selectiva.

Podrás objetar que esta caracterización es injusta; pero de ser así, es merecida por la manera en que la Administración Bush se ha conducido en el transcurso de los últimos tres años y medio.

Ha librado una guerra de su preferencia en Iraq que rompió con cánones fundamentales del derecho internacional -la culminación de su política de romper unilateralmente tratados internacionales que se desarrolló en una doctrina de unilateralismo preventivo como consecuencia de las atrocidades del 11 de septiembre del 2001.

El trato que ha dado a los prisioneros en la Bahía de Guantánamo y en la prisión Abu Ghraib ha ofendido a la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura.

Mientras tanto, ha dividido arbitrariamente a Europa -en donde el gran logro posterior a la Segunda Guerra Mundial era el de arraigar...

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