Derrumba Rosas mitos históricos

AutorPatricia Cordero Rosas

Si en 1914 la historia nacional olía a sangre, según el presidente Eulalio Gutiérrez, elegido por la Convención Posrevolucionaria, actualmente el historiador Alejandro Rosas percibe el aroma de la inestabilidad y la búsqueda de la democracia.

"Estamos tratando de encontrarle un olor propio a nuestra historia, porque estamos en un proceso de transición democrática; buscamos ese olor a democracia real, en las instituciones y en las organizaciones", asegura en entrevista.

En su más reciente libro Mitos de la historia mexicana, editado por Planeta, el investigador cuenta la visión humana de personajes de la vida nacional como Benito Juárez y Miguel Hidalgo, rompiendo con las leyendas de la historia oficial.

Los mitos en torno a los protagonistas de la vida nacional, afirma, se crean como una forma de control sutil del gobierno.

"Durante todos los años del sistema político mexicano priista existía la historia oficial que escuchábamos en discursos, programas de radio oficiales y ceremonias cívicas, y había una importante academia en términos de historia pero que tenía un círculo muy cerrado, como un castillo inescrutable al que nadie podía llegar", recuerda.

En esa versión por todos conocida de los hechos pasados, los personajes aparecen como héroes inalcanzables, donde no existen los matices personales, dice el autor de Los presidentes de México (Planeta, 2001).

"La historia oficial los pinta como maravillosos, perfectos, infalibles, nobles de corazón, puros de alma y que siempre veían por el interés de la patria. Nos crearon personajes difíciles de alcanzar, tan perfectos que están muy alejados de nuestras posibilidades", refiere.

Es así como en los ensayos que integran la publicación, Rosas presenta a un Hidalgo que ordenaba matar españoles, un Juárez que no se consideraba indio, un Madero espiritista por convicción y cómo Luis Donaldo Colosio se convirtió en bastión de la democracia al ser asesinado.

La polarización que se vive actualmente en el País, abunda el autor de la columna Cronoscopio, tiene una raíz arraigada en el aprendizaje de la historia, donde sólo existen dos bandos: los buenos y los malos.

"Junto a un Hidalgo había un terrible Calleja; a un Juárez le precedió el vendepatrias Santa Anna; junto a un Porfirio Díaz dictador y asqueroso, había un Francisco I. Madero luminoso. Parte de que no podamos hoy comprender la derrota y la victoria es que crecimos polarizados, creyendo en un altar de la Patria donde estaban las figuras...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR