El descubridor de Bush

AutorJavier Garza

En 1988, cuando el partido Republicano ungía a George Bush padre como su candidato a la Presidencia, Karl Rove ya pronosticaba a la prensa que George W., el hijo, llegaría a ser Presidente.

El 15 de agosto de 1988, durante la convención Republicana en el Superdome de Nueva Orleans, el hoy asesor especial de la Casa Blanca platicaba con un grupo de reporteros tejanos sobre las virtudes políticas y de imagen de George W. Bush, el hijo del candidato. Valía la pena fijarse en él.

Wayne Slater, reportero del Dallas Morning News, era parte del grupo que conversaba con el joven consultor político de Texas. "Fue increíble, ahí estábamos, viendo cómo Bush padre era apenas candidato, y Rove ya estaba hablando de las posibilidades del hijo".

Nadie le puso atención, a fin de cuentas George W. Bush era en ese entonces un empresario petrolero sin éxito, usando los contactos de su papá para mantenerse a flote. Pero Rove se mantuvo en lo dicho y le tomó 12 años cumplir su objetivo.

Fue puro instinto, pero ha sido gracias a un instinto educado, sustentado en datos duros y en una singular visión para anticipar tendencias como Karl Rove se ha vuelto el hombre indispensable para Bush.

Ahora, con la campaña de reelección en puerta, Rove es el hombre escogido para que Bush salga de los aprietos en que se ha metido en dos años y medio de Gobierno, sobre todo una guerra cada vez más cuestionada y una economía que no despega, y se quede en la Casa Blanca a pesar de eso. Tras bambalinas, Rove es el cerebro de Bush que pocos conocen.

Por eso está en todos lados. Desde las sesiones para planear la guerra en Iraq hasta la estrategia para la campaña de reelección. Desde el armado del plan para recortar impuestos hasta el esfuerzo republicano por cambiar los distritos electorales en Texas. Ningún otro asesor presidencial ha tenido tanta influencia como Karl Rove.

Dave McNeely, veterano columnista político del diario Austin American Statesman y amigo de Rove desde hace 20 años, explica por qué: "Mientras todos los otros consultores están jugando damas chinas, Karl juega ajedrez".

Es un tipo brillante, apunta Paul Begala, quien fuera estratega de Bill Clinton en las campañas de 1992 y 1996, y luego asesor en la Casa Blanca.

"Entiende muy bien al votante y piensa en el electorado en términos estratégicos. El trata de ver más allá, siempre en el camino adelante", dice.

Begala y Rove se conocen desde hace 15 años, aunque están en polos ideológicos opuestos, tienen en común el hecho de que ambos llevaron a un Gobernador a la Casa Blanca, pero Begala le reconoce un instinto extraordinario, por una razón: "Rove fue quien por primera vez detectó el potencial de George W. Bush, antes que Bush mismo".

El primer paso era llevarlo a la gubernatura de Texas. Rove lo logró en 1994, pero la idea venía desde antes. En 1989 ya estaba trabajando en la candidatura. Era carismático, caía bien a la gente y su papá era Presidente de Estados Unidos. Pero esto fue lo que frustró la idea: la Casa Blanca le mandó decir a Rove que ni lo intentara, no querían que la elección se viera como un referéndum al Presidente.

Rove se guardó la idea, pero eso no significa que no se haya movido. Primero había que prepararlo, y Rove comenzó una serie de cursos: llevó a especialistas a Dallas para explicarle a Bush la mecánica del Gobierno estatal, del régimen de impuestos al sistema legal, y de los programas educativos a los servicios de salud.

Estas "sesiones" fueron el primer paso para que Bush aprendiera cómo se gobierna, según el libro "El Cerebro de Bush: Cómo Karl Rove hizo a George W. Bush presidenciable", que Slater coescribió con el periodista tejano James Moore.

En 1994, con Bush padre fuera de la Casa Blanca, Rove comenzó a preparar el relevo. Bush se lanzó contra la popular Gobernadora Ann Richards, quien buscaba la reelección. La batalla fue difícil, pero Bush ganó gracias a la estrategia de Karl Rove.

Ambos se habían conocido dos décadas antes, cuando Rove encabezaba el comité nacional de la agrupación de universitarios afiliados al Partido Republicano. El presidente nacional del partido era George Bush padre, quien llevó a Rove a trabajar con él. Un día, Bush le pidió a Rove que le llevara las llaves del auto a su hijo George...

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