Despiden al valedor

AutorIsrael Sánchez

La música a todo volumen, los niños corriendo, las caras sonrientes... De no ser por la presencia de un ataúd, ésta pasaría por una tertulia. Y es que quien reposaba en el féretro, el escritor Armando Ramírez, así quería irse.

Tal fue la instrucción que el icónico cronista de Tepito dejó a sus hijos, Jimena, Marcela y Armando.

Y la voluntad del autor de Violación en Polanco y Quinceañera, fallecido el miércoles a los 67 años, se cumplió ayer en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia. En la Condesa, no en el Barrio Bravo, lo cual extrañó a unos más que a otros. Una sede posible, por ejemplo, era la Galería José María Velasco, muy cerca, sobre Peralvillo.

"Pero está muy bien aquí, porque él era un gran literato", estimaría, por su parte, Jorge de León, cronista del danzón y amigo de Ramírez por cerca de 40 años.

"Aunque yo hubiera querido que estuviera en Bellas Artes; (Armando) estaba a la altura de Bellas Artes. Pero también sé que hay decisiones políticas".

Y sí, según confesó Armando, hijo del cronista, algunas personas le preguntaron que por qué no Bellas Artes: "Y sí, yo creo que se lo merecía, por lo que hizo por esta Ciudad, pero algo que lo caracterizaba en su vida es que no le gustaba ser rimbombante", recordó.

Al montar una guardia de honor, la Secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, celebró que la despedida fuera en el Villaurrutia, refugio habitual para las letras y la poesía. Un giro, acaso, respecto a la falta de reconocimiento a su literatura que no obtuvo del mainstream.

Lejos del Barrio Bravo, pero cerca de los amigos, al velorio llegaron Miguel Nieto, director del Salón Los Ángeles; Carlos Chávez, actor que encarnó a Chin Chin en la adaptación cinematográfica de Chin Chin el Teporocho que hiciera Gabriel Retes, y hasta Jesús Sosa, chef español que dirige el restaurante Mi Fonda, en el Centro Histórico, que a Ramírez tanto gustaba.

"Éste no es un momento para estar tristes", reiteró Armando, al compás del deseo de su padre, aunque para algunos fuera casi imposible evitarlo, como para Araceli Sánchez Mecalco, la viuda del cronista, o para Jimena, su hija mayor, ambas fuertemente conmovidas por momentos.

La tardé siguió y la lluvia arreció. Un trío de sombrerudos de Tlalnepantla puso el toque norteño con temas como Un puño de tierra y Sin fortuna, y después continuó sonando el playlist del autor, cuya variedad revelaba su curiosidad amplísima: Mecano, Juan Gabriel, Los Ángeles Negros, Isabel Pantoja...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR