Cuando el día es eterno

AutorIvett Rangel

Fotos: Adrián Ruiz

Enviados

ÅLESUND, Noruega.- El verano aquí se vive con los ojos muy abiertos, y no sólo porque los días se quedan sin noche, sino por el sobrecogedor paisaje esculpido por millones de años en los fiordos occidentales que impide siquiera pestañear.

Luego de las cinco de la tarde, el tiempo simplemente no se marchita. Con más de 20 horas de luz por día, el viajero sigue caminando sin echar un vistazo al reloj hasta que el atardecer, que sucede casi a la medianoche, le exige descansar. Durante cuatro horas el cielo permanece pintado de un azul oscuro, sin alcanzar la oscuridad total, hasta que amanece de nuevo.

Así, es la época perfecta para recorrer este laberinto en el que la naturaleza demuestra todo su poderío haciendo que cualquier superlativo resulte pequeño: montañas de más de mil metros de altura coronadas con nieve, acariciadas por vertiginosas cascadas, y separadas por caminos de agua.

Aunque se puede conducir por entre las montañas, lo obligado es navegar; hay cruceros internacionales y un eficiente sistema público de ferries para transportarse de un pueblo a otro, lanchas de motor, botes con remos, kayaks y hasta un barco pirata para no desear nunca salir del agua.

"Creí que vivía en un lugar con mucha agua... pero los noruegos sí tienen agua por todos lados", dice divertida Betty Hall, una viajera sexagenaria de Minnessota, Estados Unidos.

La vida hacia afuera

Desde cualquier cubierta se aprecia siempre la misma postal: diminutos pueblos, de no más de 400 habitantes, encaramados a las empinadas colinas; casas de madera pintadas en la versión más apacible de cualquier color, casi siempre en blanco, ocre y marrón.

La sencillez de la arquitectura remite inmediatamente a un dibujo infantil: casas con ventanas cuadradas, techos de dos aguas y un sendero que guía hasta la puerta principal.

Pero hay otros detalles que llaman la atención: la mayoría tiene un balcón o una veranda, y junto al automóvil, una o dos bicicletas estacionadas, en ocasiones la misma cantidad de kayaks también. Alberto Juárez, un arquitecto mexicano residente en Bergen, tiene una explicación: aquí se debe estar siempre listo para disfrutar de la naturaleza.

Se comprende entonces por qué los noruegos son expertos campistas y por qué los supermercados...

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