Diálogos sin Balón/ Futbol de extremos

AutorRoberto Gómez Junco

Así es esto de los extremos dentro y fuera del futbol.

Al emitir nuestros juicios con respecto a cualquier asunto, somos muy dados a ver las cosas completamente de color blanco, o a verlo todo como "ausencia de color" porque lo vemos negro, sin entender que hay muchos otros colores y que entre la pureza del blanco y la oscuridad del negro abundan por ejemplo, los distintos tonos de gris.

Con ese mismo cristal con que miramos las cosas, en el futbol, en la política y en las películas de vaqueros sólo existen para nosotros los buenos y los malos, sin entender que nadie es bueno por completo ni malo del todo.

Ese maniqueísmo que todo lo ve blanco o todo lo ve negro no dejaría de ser una simple circunstancia, un hecho anecdótico, si no representara en sí mismo uno de los principales obstáculos para llegar a un diagnóstico adecuado en cualquier materia.

Por eso son tan dañinos los extremos dentro y fuera del futbol; y en el caso de los asuntos estrictamente balompédicos no me refiero a esos extremos que desde hace tiempo se convirtieron en una especie en extinción que sigue perdiendo batallas en su intento de permanecer como especie (¿dónde están los Libuda, Jairzinho, Grabowsky, Edú, Garrincha, Gento, Muñante, Barbadillo, Verónico, Albino, Bustos, Borbolla y similares de hoy por hoy?).

Me refiero, por supuesto, a esos extremos en los que tanto se cae, en el sui generis medio futbolístico de México, al momento de juzgar el desempeño de jugadores, directores técnicos, dirigentes o equipos.

En un extremo, quienes siempre han visto o les ha convenido hacer como que ven al futbol mexicano como uno de los mejores del mundo; y en el otro, quienes lo ven o quieren convencernos de que lo veamos como uno de los peores.

Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre.

Ni tradicionalmente han tenido razón quienes suelen pintarnos color de rosa al futbol mexicano y dibujarnos a la Selección Nacional como el más grande equipo que jamás haya pisado una cancha, ni ahora la tienen quienes aprovechando el pésimo desempeño de los descoloridos tricolores ponen el grito en el cielo y les sugieren a los vapuleados seleccionados que rueguen a los dioses futboleros (suponiendo que los hubiera) para que por favor les concedan el deseo de superar la durísima eliminatoria mundialista que se viene encima.

Ni el futbol mexicano ha sido nunca tan bueno como para justificar que se trate de embaucar a los ingenuos aficionados haciéndoles abrigar siquiera la esperanza...

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