Diario de Abordo / Portugal y su tesoro más preciado

AutorGermán Carrasco

Cuando me preguntan cuál es el lugar del mundo que más me ha gustado a lo largo de 50 años de viajes, no hace falta pensarlo mucho para decidirme por la Isla de Madeira. Se trata de un enclave que flota en el océano Atlántico, donde la primavera se estacionó permanentemente. Aves del paraíso y orquídeas, montañas tapizadas de una tierna vegetación, y días despejados y soleados confirman su condición de perfecta.

Los ciudadanos portugueses tuvieron noticias de las islas de Madeira y Porto Santo en el siglo 14. Después Cristóbal Colón la convirtió en una de sus escalas preferidas cuando emprendía sus viajes hacia el Nuevo Mundo.

Cuando aterricé en el Aeropuerto de Santa Catarina me di cuenta de que lo que observaba superaba lo leído en libros e, incluso, mi imaginación. Me encontraba a casi mil kilómetros de la costa de Portugal, pero la civilización parecía más lejana que la simple distancia geográfica. Era el paraje perfecto para una cita romántica, un retiro voluntario o el mejor escenario para el deleite de viajar.

La flora que cubre los caminos y montañas de la isla me dieron la mejor bienvenida. De inmediato percibí los rayos del sol que calientan Madeira a una temperatura promedio de 23 grados centígrados.

Su paisaje montañoso está conformado por el Pico Ruino y el Pico Arriero, que en días despejados se reflejan en los espejos de agua de mares y lagos.

El territorio de la Región Autónoma de Madeira está constituido por Isla de Madeira, Porto Santo, Desertas y Selvagens. Estos pequeños pueblos tienen iglesias, barrios históricos, jardines tropicales y puertos.

Un mundo feliz

Funchal es la capital del archipiélago de Madeira y primera ciudad atlántica construida fuera de Europa en 1418 por el príncipe Enrique el Navegante, uno de los grandes descubridores marítimos portugueses. También es la más bulliciosa de la isla, donde se concentra más de la mitad de la población de Madeira, asentada sobre casas que cuelgan de las colinas y que descienden hasta el océano.

Tiene muelles para grandes barcos turistas, mercantes y una bella marina con todos los servicios para yates particulares. También tiene un astillero para la reparación y limpieza de barcos de gran calado.

Camino por el barrio viejo entre iglesias y casas típicas hasta toparme con su catedral del siglo 16, de estilo gótico con arte...

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