Diario de fatigas / Santayana y su condena

AutorChristopher Domínguez Michael

George Santayana (1863-1952) es uno de mis pensadores favoritos y, si sumo las veces que lo he leído y releído en la última década, es el que actualmente me impresiona más. También, como es el caso de Kierkegaard, quien también tiene su fiesta este año, a Santayana me cuesta comprenderlo y lo digo por aquello de que sólo lo difícil es interesante. Así, internarme en sus tratados mayores (Los reinos del ser, Dominios y potestades, Escepticismo y fe animal) me excita porque es frustrante y ofrece la ilusión de vivir en un mundo donde leer a Santayana no fuera la única cosa que hacer, pero sí la principal. Sólo me consuela que el filósofo apreciaba muchísimo a sus lectores puramente literarios, a quienes, como yo, carecemos de toda educación filosófica no digamos formal, sino, al menos, prudente.

Me invitan, del extranjero, a que me sume con otro artículo, pues ya he escrito algunos, a las celebraciones del 150 aniversario del nacimiento de George Santayana, invitación a festejar al filósofo español de vida estadounidense, que me envanece como pocas. Hago todos los propósitos de ordenar mi mente para comprenderlo al fin y me topo con la certidumbre final de que sólo puedo releerlo y subrayarlo. No del todo infeliz por ese destino, repaso mis cuadernos y una vez más comparto lo que me dice Santayana y no acabo de escribir nada ni del todo propio ni del todo inteligente.

Está, por ejemplo, su retrato del muy materialista Lucrecio: "El materialista es, ante todo, un observador, y probablemente lo es también en la ética. Esto quiere decir que no tendrá ninguna ética excepto la emoción que le produzca el proceso del mundo". En Tres poetas filósofos (1910), también, aparece esta juguetona, como es evidente, definición del poeta Shelley: "...la naturaleza era para Shelley una tienda de juguetes. Su fantasía tomaba los materiales del paisaje hasta formar con ellos un mundo sutilísimo, una brillante morada etérea para espíritus irresponsables recién nacidos".

Veo que, cuando hice la lectura de Tres poetas filósofos hace años, sabía yo menos de Dante que lo que sé hoy y ahora mis subrayados iluminan el sentido de su egotismo: "Además, Dante habla demasiado acerca de sí mismo. En cierto sentido, este egotismo es un mérito o cuánto menos, un motivo de interés para nosotros, los modernos, pues el egotismo es la actitud característica de la filosofía moderna y del sentimiento romántico. Al ser egotista, Dante se adelantó a su época. Su filosofía hubiera...

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