Disertaciones / Cheques al portador

AutorRoberto del Cueto

Hace quince días hablé en este mismo espacio sobre el "phishing", actividad llevada a cabo vía "internet" para apoderarse ilegalmente de los datos fundamentales de la cuenta de un cliente bancario, en particular de su contraseña para acceder a la banca electrónica y, por este procedimiento, sustraer de la cuenta del cliente incauto todos los recursos que sea posible.

La respuesta de los lectores no se hizo esperar. Me escribieron de todos lados para comentarme ese artículo y allegarme más información sobre el particular. Incluso un gran banco me pidió permiso para reproducir el artículo en su portal de "internet" y enviarlo a su clientela. Asimismo, un alto funcionario de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), me escribió para felicitarme por mi "acertado comentario en el sentido de que los bancos deben difundir ampliamente la información sobre los peligros que acechan a la clientela bancaria".

Atendiendo a ello, decidí seguir por la misma línea en el artículo que ahora presento, sólo que refiriéndome a un asunto menos sofisticado que el "phishing". Efectivamente, de lo que ahora quiero hablarles es del robo de cheques, de la alteración de los mismos y de la posibilidad, aún permitida por la ley mexicana, de librar cheques al portador. Es decir, aquellos cheques que se expiden sin especificar su beneficiario y que, por lo mismo, cualquier persona puede cobrarlos, sin identificarse frente al banco pagador.

Tomé conciencia de la problemática de los cheques cuando trabajé en la banca comercial, así como por diversos comentarios que he recibido desde entonces de personas que han sufrido la pérdida del dinero depositado en sus cuentas de cheques. Gracias a la buena disposición de los bancos algunos clientes logran recuperar su dinero, pero no todos. Entro en materia.

Hace unos meses un profesor del ITAM llegó a mi oficina con cara desencajada y me contó que habían retirado de su cuenta bancaria, sin su autorización o conocimiento, la cantidad de 80 mil pesos y que al averiguar lo sucedido le informaron que tal cantidad había sido retirada de su cuenta, en pago de un cheque librado contra el banco depositario, utilizando para ello uno de los esqueletos de la chequera que el banco le había proporcionado.

Pregunté entonces al profesor si, como debe de hacerse, al recibir la referida chequera había comprobado que estuviera completa. Es decir, que no faltara algún cheque. La respuesta...

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