De Memoria/ El dominio del barroco

AutorSealtiel Alatriste

25 de Mayo de 1681: Muere el dramaturgo Pedro Calderón de la Barca, representante de lo que se conoce como teatro del barroco.

El término barroco comúnmente designa un estilo o una época, y muy pocas veces una actitud, una manera de ser. Cuando decimos que alguien es barroco, la gente entiende que nos estamos refiriendo a una persona que es poco clara, confusa, pero difícilmente piensa que estamos hablando de un hombre de otra época, premoderno digamos, y que los motivos de su conducta obedecen a otros patrones. Sin embargo, en sus raíces más profundas, barroco, como adjetivo, designa a alguien que tiene una actitud contradictoria, o que en sus motivaciones podemos encontrar una contradicción fundamental, alguien que se comporta, por ejemplo, como el Príncipe Segismundo -el protagonista de La vida es sueño, de Calderón de la Barca-, quien queriendo ser libre se esclaviza.

El Diccionario de Arte de la Universidad de Oxford discute el término barroco y confirma el uso general de la palabra para designar un estilo rebuscado, que ha venido popularmente a sustituir al término manierista. Dice, sin embargo, que como palabra tiene un origen confuso, pero que podría venir de un nombre portugués que designaba a una perla distorsionada (a misshapen pearl). Hoy, todavía (sólo para confirmar esta hipótesis), a cierto tipo de perlas mal formadas se les llama barrocas. El Diccionario Oxford no hace mayores alusiones a este origen, pero me parece un hallazgo semántico del que podríamos deducir que lo barroco, cualquiera que esto sea, se refiere a algo cuya belleza o valor no es aparente, pero no necesariamente rebuscado. Quizás el rebuscamiento esté en la forma de encontrar esta belleza, pero estoy convencido que la esencia de lo barroco está en lo oculto, en lo que no salta, necesariamente, a primera vista. Las perlas barrocas, las auténticas, son muy buscadas porque poseen un oriente enigmático, de una variedad de grises que es muy difícil encontrar en otras perlas, y que supera con creces las malformaciones de su redondez. Un buen collar de perlas barrocas puede ser muy valioso y algún desorientado podría confundirlo con una chuchería: son, como el arte que denominamos barroco, de difícil comprensión, y cuya belleza se oculta a la superficialidad de nuestra mirada. A la conducta barroca le sucede lo mismo: está oculta, agazapada en el alma, y muchas veces, aun a quien la posee, se le evade.

Siempre que hablo del barroco, no puedo evitar pensar en...

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