Dos creencias, un solo corazón

AutorRaquel Linares

Existen parejas que no comparten las mismas creencias religiosas y les da miedo anunciar su inminente matrimonio y empezar una vida juntos. Temen que la negativa de sus padres sea severa, o que surjan discrepancias dentro de la cotidianeidad matrimonial.

Guillermina Trejo de Rivera, de pensamiento espiritualista trinitario mariano, está casada desde hace 23 años con Eduardo, católico. Confiesa que muchos problemas del matrimonio interreligioso tienen su origen en la intromisión constante de los padres o suegros.

"A pesar de ser espiritualista me casé por la Iglesia Católica para no crearle problemas a mi marido con sus parientes. Ellos no podían soportar la idea de que su hijo no se casara así", expresa Guillermina.

Su familia política es sumamente creyente, agrega, y cuando él anunció el enlace, su abuelita le dijo que dejaría de ser católico por estar con Guillermina. Esto a la fecha no ha sucedido; cada quien sigue con sus propias creencias religiosas.

La relación se ha mantenido estable, opina Guillermina, dado que cada miembro de la pareja respeta la individualidad del otro.

"Al inicio del matrimonio, sentía que mis suegros hablaban con Eduardo de la diferencia de religión, pero él nunca me dijo nada. Fue prudente y muy respetuoso. Yo voy al templo cada domingo desde que me casé y él nunca me lo prohibió, y viceversa", dice.

Un Cambio Rotundo

A veces, un miembro de la pareja toma la decisión de convertirse a la religión de su pareja. La psicoterapeuta Bárbara García considera que esto puede ser apropiado, si se hace por convicción, no a la fuerza. El problema es que a veces es difícil saber hasta qué punto se actúa por voluntad propia, como se ve en este caso.

Eva Salgado conoció hace siete años a Isaac en una fiesta. El amor a primera vista se dio de inmediato. Se hicieron novios y decidieron casarse cuanto antes.

Sólo había un problema: Eva era católica y los papás de Isaac no pensaban admitir por ningún motivo a una persona de esta religión en su familia judaica.

"La Iglesia Católica no tuvo problema con que me casara con él, siempre y cuando él respetara el momento del sacramento matrimonial", dice Eva.

Sin embargo, aunque la Iglesia estuviera de acuerdo, ella enfrentó problemas. Para Isaac, la imagen de una virgen o un crucifijo en la pared de la casa iba a ser motivo de entripados perpetuos. Eva entonces tomó una decisión.

"Tuve que convertirme a la religión judía tras un ritual que lleva días de purificación y conversión"...

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