Duro y Dale'

AutorLuis Alegre

Guanajuato / Guanajuato Cierto, apenas será Gobernador poco más de un año, pero sí fue el hombre del poder político durante casi 9 años. Ramón Martín Huerta llegó en 1991 como secretario particular de Carlos Medina Plascencia, fungiendo como una especie de Secretario de Gobierno alterno, pues el puesto formal lo tenía -producto de la llamada "concertacesión"- un priísta.

En 1995, al triunfo de Vicente Fox, el también panista asumió la titularidad de la Secretaría de Gobierno; representaba el enlace entre ambas administraciones.

El hoy Gobernador cuenta que llegó al puesto con el compromiso de dar resultados y no por amistad con Fox.

Cuatro años después, Vicente Fox no se podía quejar: mientras el apostó por la Presidencia, Ramón Martín ponía la cara, se tomaba los cafés para negociar, levantaba el teléfono para apaciguar a unos, para suavizar a otros.

Después de 362 días en el poder, Martín Huerta dejó por un momento el gesto serio que le acompaña. Cuando llegó por la mañana a la ex hacienda de San Gabriel de Barrera -donde se tomó la última foto con el gabinete que ya se sueña dando el brinco a la Presidencia-, traía la sonrisa de oreja a oreja, enmarcada por el bigotito de lo que antes fue una piocha.

Se tomó la foto con los Secretarios y hasta con sus escoltas.

Afuera del Congreso le esperaban las manifestantes que rechazan las modificaciones al Código Penal en materia de aborto. Una decisión de última hora de la bancada de su partido le hacía pagar los platos rotos de una partida donde -por primera vez-, no tenía siquiera cartas que jugar. La bronca no era suya. Aún así, lo jalonearon, le gritaron, lo increparon.

Pero ni eso le agüitó la fiesta. No por eso mandó sacar de la hielera la botella de champagne que le habían regalado unas horas antes para celebrar.

Paradójicamente, el único que logró quebrar al ex Secretario de Gobierno fue él mismo. A unas cuantas líneas de terminar su mensaje, vino el momento de agradecer a su familia por el apoyo a lo largo de estos años que ha tenido que pasar detrás del escritorio del poder. Entonces sí, lloró. Las lágrimas le ganaron por 30 segundos. Luego se recompuso, siguió su lectura y cedió la palabra al líder del Congreso, el priísta Arnulfo...

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