Colaborador Invitado / Crisis económica e integración regional

AutorColaborador Invitado

Harold James

Todo el mundo sabe ya que estamos en la peor crisis económica desde el decenio de 1930. Las reacciones proteccionistas son tristemente familiares. Sin embargo, en el decenio de 1930 el nacionalismo no fue el único espectáculo en la ciudad. Muchos empezaron a hablar de integración regional como respuesta a la depresión.

Pero el tipo de integración que se da en tiempos de crisis económica resulta con frecuencia destructivo. Las versiones menos atractivas del regionalismo del decenio de 1930 procedieron de Alemania y Japón y representaron una imposición de su poder a vecinos vulnerables, sometidos a una dependencia financiera y comercial basada en el Grosswirtschaftsraum de Alemania o en su equivalente japonés, la Gran Esfera de Prosperidad Común del Asia Oriental.

En la segunda mitad del Siglo 20, Europa creó una forma mucho más benévola de regionalismo, pero hoy la Unión Europea está paralizada por haber desperdiciado la oportunidad de crear instituciones más fuertes cuando los tiempos eran mejores y los ánimos menos acalorados.

En los países de la zona del euro hay una política monetaria común y un mercado integrado de capitales con instituciones financieras cuyas actividades rebasan las fronteras nacionales, pero la regulación y supervisión de los bancos se hace en el nivel nacional... como debe ser, porque cualquier rescate, en caso de quiebra, pasa a ser un asunto presupuestario. Pero este sistema tiene poco sentido dentro de la lógica económica de la integración europea.

El segundo problema es la pequeñez del presupuesto de la UE en comparación con el de los Estados miembros. La inmensa mayoría de las actividades gubernamentales se produce en un nivel nacional, pero los gobiernos tienen grados distintos de margen de maniobra presupuestario.

La deuda pública italiana, griega o portuguesa es tan elevada, que cualquier intento de utilizar el gasto presupuestario como parte de una estrategia de lucha contra la crisis económica está condenado al fracaso, pero Irlanda, que antes tenía un déficit y deuda pequeños, afronta el mismo tipo de problema, en vista de la necesidad que tiene su gobierno de hacerse cargo de la deuda privada del sector bancario. En cambio, Francia y Alemania tienen una situación presupuestaria inherentemente sólida, por lo que sólo los países fuertes de la UE pueden hacer algo contra la recesión que está empeorando.

Además, la formulación de toda la idea keynesiana de estímulo de la demanda corresponde...

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