Desarrollo económico y humano: El fracaso social de la Revolución

AutorJohn Scott

En 1900 México era un país de 13.6 millones de habitantes, 70 por ciento rurales, 80 por ciento analfabetos, con uno de cada cuatro niños muertos antes de cumplir un año, y una esperanza de vida de tan sólo 30 años -no muy distinta de la esperanza de vida estimada en el Clásico Tardío de la civilización.

Maya- un milenio antes. Un siglo después, México es un país de casi 100 millones de habitantes, 75 por ciento urbanos, 90 por ciento alfabetos, con poco menos de ocho años de escolaridad en promedio, una mortalidad infantil de 2-3 por ciento y una esperanza de vida al nacer de 74 años. Esta transformación se dio en el contexto de un proceso de crecimiento económico que multiplicó 10 veces el producto nacional por habitante en términos reales, y una evolución en las funciones del Estado, de un Estado mínimo clásico, dedicado principalmente a funciones administrativas y de seguridad pública a principios del siglo, a un Estado de bienestar que canaliza 60 por ciento del presupuesto programable al área social, al final del siglo. El gasto social por habitante se multiplicó, en términos reales, 180 veces a lo largo del siglo.

¿Son estos avances impresionantes evidencia suficiente para celebrar el éxito de los gobiernos que se legitimaron en los ideales sociales de la Revolución Mexicana? Para poder juzgar esto hay que considerar tres preguntas adicionales:

  1. ¿Cómo se distribuyen estos logros entre la población?,

  2. ¿Cómo se comparan -en términos globales como distributivos- a los alcanzados por otros países, en periodos y circunstancias económicas similares?,

y c) ¿En qué medida podemos atribuirlos a las políticas?

El análisis comparativo nos permite deslindar el impacto de las políticas en la era posrevolucionaria de factores exógenos como los grandes desarrollos médicos del siglo XX -el descubrimiento de la penicilina, las vacunas contra las principales enfermedades infecciosas- que permitieron un abatimiento en la mortalidad en todo el mundo mayor de lo que había logrado la humanidad en toda su historia anterior.

Desarrollo humano en perspectiva comparativa y distributiva

Los logros de México en salud y educación no resultan tan impresionantes en perspectiva comparativa (tabla 1). Según el último Reporte de Desarrollo Mundial del Banco Mundial, la mortalidad infantil en México no es muy inferior a la de Vietnam y China, y es notablemente superior a la de Sri Lanka, a pesar de la distancia que nos separa de estos países en términos de ingresos por habitante. Hay que reconocer que éstos representan casos excepcionalmente exitosos en la promoción de desarrollo humano. Aunque en el caso de Vietnam y China estos logros se dan en el contexto de economías socialistas, Sri Lanka y Chile son economías mixtas que han logrado altos niveles de desarrollo humano en relación con México gracias al éxito comparativo de su política social, como ilustraremos abajo. En todo caso, en una comparación más general, y tomando en cuenta la tasa de reducción en mortalidad infantil durante las últimas décadas, los logros de México también resultan decepcionantes. En relación con el conjunto de economías de ingresos medios-altos, que incluyen a México, hemos pasado de estar 17 por ciento por debajo del promedio de mortalidad infantil para este grupo en 1960, a estar 16 por ciento por encima, actualmente.

Esto es más grave si consideramos cómo se distribuye la mortalidad infantil entre la población por grupos de ingreso: 20 por ciento de las muertes infantiles en 1998 se presentó en el 10 por ciento más pobre de la población, contra 2.5 por ciento en el decil más rico. Un pobre extremo en México enfrenta por ello un riesgo ocho veces mayor que un rico de ver a un hijo morir antes de que cumpla un año. Visto de otra forma, si el nivel de mortalidad infantil del 20 por ciento más rico en México -cercano a la mortalidad infantil promedio para Chile- se hubiera logrado generalizar al resto de la población, se hubieran evitado 26 mil muertes infantiles en 1998.

México tampoco supera a dos de los tres países asiáticos en los indicadores educativos básicos de analfabetismo y participación de la población en edad escolar en educación secundaria. Por otro lado, la tasa de progreso en la escolaridad promedio de la población mayor de 15 años logrado en las últimas cuatro décadas en México ha sido excepcional, tanto en la historia del país como en términos internacionales. Desde 1960 a la fecha, México ha pasado de 2.8 a 7.7 años promedio de escolaridad. Así, en 1960 estábamos casi un año por debajo del promedio para países de ingresos medios-altos, y medio año por debajo del promedio para...

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