Ecos de viaje / El final de los caminos

AutorAdalberto Ríos

En la búsqueda de caminos, interiores y exteriores, el género humano ha viajado ampliando sus horizontes. Por ello, en la Edad Media se acuñó el término Homo Viator, refiriéndose a ese anhelo que nos distingue y lleva a conocer otros lares, a encontrarnos con otros y a reconocernos con nosotros mismos.

LOS BLANCOS CAMINOS DEL MAYAB

Al visitar zonas arqueológicas mayas es fácil percatarse de la existencia de caminos blancos que comunican los distintos monumentos y que luego continúan, adentrándose en la selva. Tal es el caso del sacbé que atraviesa la zona arqueológica de Sayil, hasta su gran palacio. Sacbé llamaron los mayas a sus caminos (en plural sacbeoob) que, al construirse con rocas calcáreas dejaron huellas blancas entre el verde del Mayab.

Los caminos mayas eran terraplenes que se elevaban entre 60 centímetros y 5 metros del suelo, tenían más o menos de 4 metros y los hubo hasta de 300 kilómetros de largo, como el que comunicaba a Tiho (hoy Mérida) con un lugar cercano al actual Puerto Morelos, en la costa del Caribe, pasando por Izamal.

LOS CAMINOS QUE LLEVABAN A ROMA

Cuando el imperio romano avanzaba y tenía la certeza del pleno control de nuevos territorios, construía carreteras que integraran, dieran cohesión, facilitaran el comercio y romanizaran a sus habitantes.

Las carreteras articularon al estado romano, difundiendo elementos arquitectónicos, artísticos y religiosos que crearon una gran unidad, dentro de las diversidades de pueblos europeos, africanos y asiáticos.

Esta imagen muestra la vía romana que llegaba al gran teatro romano de Mérida, la Emérita Augusta, dedicada a los más destacados veteranos romanos, a fin de que disfrutaran de una vida apacible, en lo que hoy es Extremadura, en...

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