Ecos de viaje / Omnipresencia romana

AutorAdalberto Ríos

La importancia del Imperio Romano radicaba, más allá de sus territorios, en el vigor de una civilización sustentada en la suma de culturas, la lengua latina, la arquitectura, la tecnología y el arte que se extendió por Europa, norte de África, parte de Asia y con influencias en nuestro propio País.

EN LA TIERRA DE CORTÉS

Medellín es un pequeño pueblo de 2 mil 300 habitantes, en Extremadura, donde nació Hernán Cortés. Su historia, como sucede con frecuencia en España, permite reconocer estratos romanos, musulmanes y visigodos.

Medellín fue fundado por los romanos en el año 79 a.C. con el nombre de Metellinensis, núcleo estratégico a orillas del río Guadiana. Se llega al lugar cruzando su histórico puente para encontrar un pueblo típicamente español, con una colina donde se ubica una enorme fortaleza medieval, con antecedentes árabes del siglo 10, al pie de la cual se realizó el hallazgo arqueológico más importante de los últimos tiempos en España.

Conocí Medellín en 2002 y, cuando regresé en 2013, me encontré que tres meses antes se había abierto al público un teatro romano con un graderío casi intacto para mil 700 personas, con esculturas, columnas y capiteles. El trabajo de recuperación patrimonial ha sido laureado internacionalmente. Una herencia del pasado que revoluciona el futuro de la región, gracias a un atinado destino de recursos y esfuerzos.

ISLA DE MUSEOS

En la Isla de los Museos, uno de los grandes atractivos de Berlín, se ubica el Museo de Pérgamo, donde el viajero se encuentra en un espectacular espacio romano del año 120, que conjunta las puertas del mercado de Mileto y la de Ishtar. Parece un foro cinematográfico, pero sorprende saber que se trata de edificios originales, trasladados piedra por piedra hasta Berlín.

Entre 1899 y 1911, Theodor Wiegand con un grupo de arqueólogos alemanes encontró esta plaza en Turquía y la trasladó en cajas a Berlín. Al ver maravillas tan bien cuidadas uno se pregunta sobre el derecho de las potencias de llevar a sus metrópolis el patrimonio de otros pueblos. A nadie debería corresponder tal atribución, pero las experiencias de patrimonios perdidos por las guerras y fanatismos hacen reconocer que gracias a los museos han prevalecido. Sólo queda desear que...

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