Edita sin temor intimidades de Kahlo

AutorEdgar Alejandro Hernández

Descubrir los textos que confirman la drogadicción, el lesbianismo o la promiscuidad de Frida Kahlo no espantó a la crítica de arte Raquel Tibol, quien publica la reedición corregida y aumentada de Escrituras, libro que recopila las cartas que la pintora mexicana envió a sus familiares, amigos y amantes.

Sin ninguna interpretación o censura, Tibol publica cartas inéditas en las que Kahlo acepta que mantuvo relaciones sexuales con otras mujeres, o que pidió dinero para comprar drogas, como la morfina, que en principio le ayudaban a aliviar los dolores que padecía en su columna y cadera.

"(Georgia) O'Keeffe (pintora estadounidense de tendencia bisexual) estuvo tres meses en el hospital y se fue a Bermudas para descansar. Ella no me hizo el amor en ese tiempo. Creo que el motivo fue su debilidad. Muy malo", reproduce la también historiadora del arte en una de las cartas que Kahlo envió a Clifford Wight, escultor inglés ayudante de Diego Rivera.

La también autora de Frida Kahlo, una vida abierta asegura que ninguna biografía puede sustituir a esta colección de cartas y documentos, que para esta reedición aumentó 30 por ciento.

"Cuando comenté el libro Frida, de Hyden Herrera, dije que la biógrafa se espantaba al ver la 'vida abierta' de Kahlo y Rivera, porque aplicaba un modelo de moral más o menos establecido que no correspondía a la vida de ambos. Yo no podía hacer lo mismo por la convivencia que tuve con los dos, ni tampoco tener el prejuicio de señalar que su relación era de tal o cual forma".

Tibol indica que jamás se permitió en su investigación aplicar una moral cerrada o un sentido ético muy estrecho. "Entonces no me espanté con la vida abierta (que no llamo amor libre porque es un término decimonónico) de Frida, porque creo que asume su vida con una dignidad humana absoluta. No se limita o pone candados y tampoco es una persona que quiere pasar por lo que no es. Su actitud es la misma ante Diego Rivera, su familia, sus amigos o amantes".

Además, agrega, sería hipócrita decir, después de haber vivido con ellos, "qué barbaridad, qué abiertos eran, o cómo multiplican pasiones y encuentros amorosos".

Sería ridículo, agrega, igual que si la historiadora de arte quisiera exagerar el amor que tuvo Frida con León Trotsky, que fue mínimo y no dejó ninguna huella como sí lo hicieron Alejandro Gómez Arias (novio de juventud), Nickolas Murray (fotógrafo húngaro y campeón de esgrima) o José Bartolí (pintor y caricaturista catalán), entre otros.

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