Editan historia de mercados

AutorJorge Ricardo

Eran al menos tres y no sólo uno los mercados que existieron en la Plaza Mayor de la Ciudad de México durante la Colonia, separados de acuerdo con las cualidades sociales de los habitantes: indios y no indios, según el investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia Jorge Olvera Ramos, autor del libro Los mercados de la Plaza Mayor en la Ciudad de México (Ediciones Cal y Arena).

Olvera Ramos distingue el mercado de bastimentos o los "puestos de indios", conducido por indígenas, en la Acequia Real y costado sur del palacio virreinal; el de productos ultramarinos o "Los cajones de madera", a cargo de los mercaderes españoles, junto al edificio del Ayuntamiento, y el mercado de manufacturas artesanales -usadas y nuevas- o Baratillo, en el centro de la plaza.

"El desorden de los mercados mexicanos actuales es una herencia europea", aseguró el historiador, quien se basa principalmente en documentos del Archivo Histórico de la Ciudad de México.

"La imagen de los mercados precolombinos es la de Tlatelolco, descrito por Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo: ordenado y especializado, había calles de los productos de la tierra, de animales vivos o muertos o los de importación como las plumas de quetzal", dijo.

Luego de la conquista española, la Ciudad de México compró la Plaza Mayor a la Corona en 1524, aproximadamente, y permitió que en ese espacio se instalara el mercado de la ciudad.

"Hoy la noción de espacio público tiene connotaciones sobre la circulación de peatones y de vehículos, sin embargo en la época colonial la Plaza era propiedad del Ayuntamiento y no se pensaba que el espacio tuviera que ser utilizado por todos", añadió.

Fue hasta 1792 que al Virrey Revillagigedo, siguiendo las ideas de la Ilustración que habían llegado a España, le pareció inadmisible que el espacio público más importante de la ciudad estuviera ocupado por los mercados e intentó "extirparlos".

No fue fácil. El proceso de liberación de la plaza había sido iniciado desde 1740 por el virrey Fuenclara, sin embargo no pudo llevarlo a cabo pues la población se oponía a terminar con la tradición del mercado en el centro de la plaza.

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