Eduardo Caccia / Cambio de juego

AutorEduardo Caccia

Platicando con Clotaire Rapaille entendí un concepto ilustrativo. Tomó una servilleta, dibujó un punto solitario y me dijo: "esto es un suceso". Luego marcó otro punto y los unió con una recta, "otro suceso igual es una dirección". Finalmente puso un tercer punto y mientras lo ligaba con el anterior, continuando la recta, sentenció: "un tercer evento ya es una trayectoria". Guardé la anécdota en algún archivo de mi cabeza, donde el olvido no pudiera entrar.

El equipo femenil de futbol soccer de Estados Unidos acaba de ganar su cuarta Copa Mundial, de forma por demás brillante. Sin menoscabo de ese logro, no es la nota deportiva lo que me atrae sino los significados detrás de la hegemonía y lo que ha hecho posible esta contundente trayectoria.

El futbol femenil a nivel mundial tiene una incipiente historia, en gran medida porque el deporte se había considerado exclusivo para hombres. México participó en la primera Copa Mundial en 1970, celebrada en Italia, donde las mexicanas usaron una insignia improvisada que les facilitaron los organizadores: una bandera italiana en cuyo centro plasmaron un calendario azteca. En 1971 recuerdo un campeonato femenil en México que muchos hombres veían con morbo y entre burlas; las capacidades técnicas de las jugadoras de aquellos años, comparadas con las actuales, eran muy limitadas.

Pero algo cambió. Y es aquí donde quiero que veamos la historia a modo de ejemplo de lo que podríamos hacer como país, en actividades de cualquier índole, si entendemos el modelo de desarrollo deportivo que aplicó nuestro vecino del norte. ¿Por qué las norteamericanas son tan buenas para el soccer? En 1971 tenían 700 jugadoras de preparatoria en todo el país. Para 2014, el número ascendió a 376,000. Detrás de esta creciente popularidad hay varias razones, una de ellas es que en 1972 la legislación norteamericana prohibió la discriminación de género en programas deportivos en las escuelas; los planteles educativos encontraron en el soccer (a diferencia de otros deportes donde participan menos jugadores por equipo) la forma de dar cumplimento a la ley.

Más jugadoras significaron más juegos, más torneos, más entrenadores, mejores técnicas, equipamiento, más fervor y todo esto provocó un círculo virtuoso. Vinieron las victorias mundiales, llegaron los grandes patrocinadores, más niñas empezaron a tener como modelos a las...

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