Eduardo Caccia / Dignidad empresarial

AutorEduardo Caccia

Hace unos días se anunció con bombo y platillo que el Gobierno de México y el sector empresarial habían llegado a un acuerdo para regular el tema de la subcontratación. De un lado líderes sindicales, secretarios de Estado, consejeros jurídicos, representantes del Poder Legislativo y otros funcionarios de alto nivel más, por supuesto, el Presidente de la República, del otro lado los líderes cupulares del sector empresarial.

Ambos bandos emitieron su propio comunicado. Coinciden en los acuerdos. Nada más que el comunicado del gobierno termina con este párrafo: "Dichos acuerdos contribuyen a saldar una deuda histórica en favor de las mujeres y hombres que por años han trabajado bajo la figura de la subcontratación y han visto vulnerado (sic) sus derechos...".

Conozco varios empresarios que se sienten indignados y no representados por la alusión generalizada que, de un plumazo, cachetea al sector empresarial, siendo que, como sucede en todos los ámbitos de la vida, hay personas buenas, cumplidoras y también abusivos. Para decirlo claro, los líderes empresariales cupulares fueron chamaqueados desde que no lograron (ya sea que no quisieron o no pudieron) un comunicado conjunto que evitara este madruguete y golpe a la dignidad y prestigio empresarial.

Para Deirdre McCloskey, profesora universitaria de economía, historiadora, analista social y autora de importantes libros y artículos, el desarrollo económico y social que las naciones han tenido a lo largo de la historia no se debe tanto a temas materiales como el comercio exterior o la inversión, sino a las ideas y lo que la gente cree. Porque lo que el pueblo cree es lo que el pueblo habla y actúa. Y dice McCloskey: "Cuando se habla mal de los empresarios, se aplica un impuesto al progreso en perjuicio de los más necesitados". Cuando la retórica es que la actividad empresarial está mal, de que no hay una contribución social cuando se sataniza el lucro (parte de la ideología de la autollamada cuarta transformación), se atenta contra la actividad creativa y benéfica del empresario y sus empresas. Esta dignidad, dice la autora de La Dignidad Burguesa, es un fenómeno social, los países se desarrollan cuando se habla bien de los empresarios (y claro, cuando estos son socialmente responsables, ¡como hay muchos en México!, al parecer no para el gobierno).

El término "burgués" ha caído en desgracia...

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