Eduardo Caccia / Gracias, anarquistas

AutorEduardo Caccia

Werner Forssmann realizó una innovación extraordinaria que pasó inadvertida por décadas. Gracias a este médico alemán hoy se puede salvar la vida de millones de personas, sentó las bases del cateterismo, pero lo hizo de una forma extrema. Su historia nos confirma que la innovación es un camino pavimentado con buena dosis de anarquía.

Como Galileo, Forssmann cometió el "sacrilegio" de retar el conocimiento (poder) de su época, circunstancia siempre incómoda para el statu quo. Conocemos su atrevido experimento gracias a sus datos biográficos y al libro de Michael Brooks, Radicales libres, que documenta casos notables de personajes de la ciencia que se han apartado de las normas y del rigor científico, pero que gracias a ello tuvieron éxito.

Forssmann, alrededor de 1930, sospechaba que podía accederse al corazón humano a través de las venas. Evidentemente nadie le creía, ¿cómo hacerlo cuando imperaba la "verdad" de que el corazón era inaccesible, que con tan sólo tocarlo la persona moriría? Para colmo, su jefe le prohibió experimentar con cadáveres o pacientes terminales. Su afán lo llevó a ser su mismo paciente. Apenas es imaginable la escena en la clínica Eberswald; con la ayuda de una asistente se introdujo una cánula por la vena antecubital, una vez que sintió que llegaba a su corazón, se fue al piso de rayos X, forcejeó con el encargado que intentó sacarle la cánula y lo convenció de tomar la imagen.

Sus colegas alemanes calificaron la anécdota de acto circense, lo corrieron y desdeñaron su reporte. Forssmann fue prisionero de guerra para luego continuar su profesión. En 1956 le otorgaron, junto con dos médicos norteamericanos que complementaron su trabajo, el Premio Nobel de Medicina.

Muchos de los grandes descubrimientos que han influido nuestras vidas son producto de accidentes o franca rebeldía a las normas, no han sido producto de procedimientos planeados con el fin de llegar a conclusiones esperadas. Se dice que usualmente las palabras previas a notables hallazgos son "qué raro", "ah, caray", y no los esperados "te lo dije".

Steve Jobs, Picasso, Dalí y cuántos más fueron calificados de rebeldes, lunáticos o al menos de raros. Lo irónico es que necesitamos de esas locuacidades para avanzar. Lo difícil de ser loco es que el mundo es demasiado cuerdo.

El...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR