Eduardo Caccia / ¡Llegaron los marcianos!

AutorEduardo Caccia

El 31 de octubre de 1938 la portada del New York Daily News da cuenta del terror que sacudió a buena parte de la población norteamericana. En la víspera, miles de habitantes de Grover's Mill, New Jersey, abandonaban el pueblo en estado de pánico, la policía de Nueva York recibía llamadas de habitantes en shock, se vivieron escenas inéditas, niños, pero también adultos, espantados por la invasión marciana, corrieron con toallas sobre su nariz para salvar sus vidas de los invasores que estaban matando terrícolas con gas y pistolas de rayos desintegradores. El terror fue real, el ataque no.

Todo se originó por la repentina interrupción de un programa de radio en donde Orson Welles hizo una dramatización de la obra Wars of the Worlds, de H. G. Wells, en el que la gente que no oyó la advertencia inicial, tomó como reporte noticioso lo que en realidad era una simulación. El efecto fue tan serio que provocó una psicosis "viral".

La naturaleza del hombre está ligada al rumor, es nuestra forma de lidiar con el mundo e incluso de mantener la esperanza. Los rumores confirman que entre menos influyentes sean las personas que difunden el rumor, más influencia tendrán para crearlo.

Hace unos días, algunas zonas del Distrito Federal y Estado de México (Iztapalapa, Iztacalco, Nezahualcóyotl y Ecatepec) paralizaron sus actividades y vivieron horas de angustia, luego de rumores esparcidos a través de las redes sociales, que daban cuenta de inminentes ataques contra la población. Gran parte de los comercios y las escuelas cerraron.

El poder del rumor aprovecha los vacíos de información y, como un virus, muta, crece e invade. En la era del ciberespacio y la hipercomunicación, nunca hemos sido más vulnerables al rumor que aprovecha una ley de la comunicación: percepciones son realidades.

En los ochenta se hacían largas filas de autos en las gasolineras ante el rumor de un inminente aumento al precio de la gasolina. Y no había celulares, ni tuits, ni mensajes de texto. El peso se devaluaba (a veces) por un exceso de demanda de dólares, provocado a su vez por un rumor de devaluación; la desgracia se autoconfirma.

El mecanismo bajo el cual opera el rumor ha sido estudiado por científicos sociales, hoy sabemos que hay una estructura de su funcionamiento, y que el gran alimentador del rumor negativo es el miedo, sistema de defensa que nos prepara para correr o pelear...

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