Eduardo Caccia / ¿Locura de Slim?

AutorEduardo Caccia

La pregunta entró como cuchillo en mantequilla y no pude sino esperar la respuesta en boca del inquisidor, chef de la Academia Barilla, en Parma. Su cara expresaba esa forma de normalidad italiana cuando hablan de comida (es decir, cuando hablan): pasión por la vida. "¿Por qué en Italia no hay obesidad?", y argumentó "porque nos damos tiempo de reposar la comida".

Trapani, puerto siciliano, es un digno representante de la comida (léase forma de vivir) en el sur de Italia. Dos veces a la semana arriban cruceros con turistas que llenan las estrechas calles del centro, dispuestos a comprar en los comercios locales que, en medio de la ebullición y ante la sorpresa de los fuereños, refrendan uno de los rasgos de la vida italiana: cierran a la 1 y reabren a las 5. ¿Qué pasa en esas 4 horas? Descansamos, comemos, estamos con la familia, vamos a la playa, me responde la dueña de un comercio, como si me estuviera describiendo una película mexicana de ficción.

Carlos Slim ha propuesto trabajar tres días a la semana, 11 horas diarias, argumentando que el tiempo restante serviría para aumentar la calidad de vida, entretenernos y cultivarnos en otros aspectos. Además de paliativo contra el desempleo, la medida, dice Slim, serviría para tener una fuerza laboral más longeva. Mi entrañable amigo, Javier Barrera, confiesa que quisiera morirse haciendo lo que hace, no se ve retirado, ama su actividad, es un apasionado de ayudar a la gente a encontrar su talento para que generen prosperidad.

¿Y si los cuatro días a la semana que no se trabaje, se dedican a encontrar y desarrollar el talento? Idealmente la gente debería trabajar todo el tiempo en una actividad donde exprese su talento, pero mientras lo encuentra y pueda dar el "brinco", trabajar tres días hace sentido. La gente podría encontrar su verdadera vocación, incluso mejorar su economía, tendría más satisfacciones.

Si uno encuentra su talento, se vuelve más productivo, necesita menos horas para lograr algo. Muchos trabajan nada más por dinero, nunca encuentran satisfacción personal. "Un talento que practicamos se convierte en fortaleza. Un no-talento que practicamos se convierte en debilidad", me dice Javier mientras recuerda que Chespirito estudió ingeniería, pero no la ejerció, ¿habría sido un...

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