Eduardo Caccia / Louis Kahn

AutorEduardo Caccia

Es el 17 de marzo de 1974. Un hombre se colapsa en uno de los baños públicos de la estación Penn del metro de Manhattan, el ataque cardiaco es fulminante. Se trata del famoso arquitecto de origen ruso, nacionalizado norteamericano, Louis Kahn, que muere a los 73 años, en bancarrota, solo, y sin que nadie reclame su cadáver durante 3 días que permaneció en la morgue. Al cumplirse un aniversario luctuoso más, vale la pena revisar algo del legado de uno de los arquitectos más influyentes del siglo veinte.

Con 1.60 metros de estatura y un rostro marcado por las cicatrices de una quemadura infantil, Kahn cambió el curso de la arquitectura. Su obra debería interesarnos si trazamos un puente entre sus ideas y la noción de país que aspiramos ser, un país donde falta la mente de un arquitecto brillante que pueda conceptualizar el desarrollo sustentable, un Estado sólido, un gobierno responsable y creíble, donde las buenas obras, como las instituciones fuertes, perduren en el tiempo y sean motivo de orgullo.

Sabemos de la vida de este filósofo del ladrillo por un estupendo documental, Mi arquitecto, de Nathaniel Kahn (hijo bastardo que convivió muy poco con su progenitor), quien 29 años después de muerto su padre hace un viaje a través de los edificios diseñados por Kahn y entrevista a personas que conocieron al arquitecto. Como en una excavación arqueológica, poco a poco surge el rostro inédito del padre.

La arquitectura de Kahn toma una identidad poderosa luego de un viaje donde queda impresionado por la arquitectura antigua grecorromana y egipcia. Entiende que las obras deben ser atemporales, monumentales, pero servir a una escala humana. La trascendencia en el tiempo es una de las características de las obras de Kahn. Luego de décadas, siguen ahí, más vigentes que nunca. ¿No acaso sucede lo mismo con las reformas de un estadista?, ¿no acaso es mal arquitecto quien hace obras que nada más tienen vigencia durante un sexenio?

Al mezclar ideas fundacionales de la arquitectura antigua (el uso de grandes volúmenes, por ejemplo) pero con alto sentido humano y espiritual, Kahn logra una mezcla vigorizante donde los materiales asumen su naturaleza, el concreto muestra con orgullo sus imperfecciones (de la misma forma que él asumió sus cicatrices en...

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