Eduardo Caccia / Mitos, ritos y superdomingo

AutorEduardo Caccia

Todas las civilizaciones tienen un andamiaje con el que han construido los elementos que les dan trascendencia, dentro de estos, los mitos y los ritos constituyen la base de una narrativa que funciona como aglutinador de lo que somos y lo que creemos. Digamos que el mito es como una historia ejemplar, ligada usualmente a los momentos fundacionales de algo. Nuestro escudo nacional es, por ejemplo, la representación de un mito, de nuestra narrativa fundacional. El mito es el acontecimiento excepcional: fue un día donde se avistó el águila sobre un nopal, devorando una serpiente, estampa para la posteridad generacional.

Se dice que el mito tiene tres grandes finalidades. Sirve para forjar una cosmovisión, esto es, entender el mundo y darle un sentido existencial a la participación de uno. El segundo fin es preservar la memoria histórica de la tribu (comunidad, sociedad, país, etcétera), sus enseñanzas y valores, en otras palabras, el mito es un antídoto contra el olvido. Finalmente, sirve también para ilustrar con ejemplos (espirituales y prácticos) cómo se debe vivir en esa comunidad, da estructura e identidad cultural.

Para que el mito siga vivo, debe ser recordado. Para esto existe el rito, que es el mito llevado a escena, es la dramatización de aquella historia ejemplar. Así, bajo el concepto de tradiciones, festividades, ceremonias y más, las culturas refuerzan sus lazos de identidad.

Y es así como llegamos al "superdomingo", el día en que se juega el "Super Bowl". Escribo estas líneas antes del partido de hoy. Existen, sin embargo, grandes posibilidades de que prediga lo que va a pasar, no porque tenga una bola de cristal, sí porque la sociedad norteamericana ha construido su narrativa alrededor de mitos y ritos. Una narrativa fundacional donde tienen cabida los hombres bravos y libres que con el tiempo conquistaron territorios a través de un poder militar, estrategias, argucias y, para muchos, como mandato divino. El futbol americano, y particularmente la ceremonia de inauguración, son rituales, escenificaciones del mito.

Veremos a dos equipos comandados (nótese a partir de aquí la terminología bélica) por mariscales de campo, cuyo propósito no es otro que lograr la victoria, pues el que pierda "no vive más". Para ello deben defender y atacar con estrategias, argucias y, para muchos, como tocados por la mano divina. Habrá violencia, sí...

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