Eduardo Caccia / Con otros ojos

AutorEduardo Caccia

Usualmente trato de ver el mundo con otros ojos, única forma de "aprender a ver venados", título de la conferencia que esta semana di en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Días previos al gran honor de pisar territorio puma, los comentarios de mis amigos, entre broma y verdad, asomaban el posicionamiento de CU: instalaciones tomadas, porros encapuchados. Me decían, "a ver cómo te va", "cuídate", "¿sigue en pie tu conferencia?", etcétera.

No muy lejos de la Torre de Rectoría, encontré un cálido recibimiento y estudiantes entusiastas por saber de innovación y neuromarketing. Al final, el doctor Sergio Montero me dio un estupendo recorrido por los alrededores. CU es una maravilla, cohabitan aulas con la roca volcánica del sur de la ciudad, y entre heridas oscuras surgen helechos, magueyes y un sin fin de flora y fauna, aderezados por esculturas y murales, espacios verdes con mesas donde los estudiantes trabajaban o simplemente se tiran al pasto. Vi una UNAM llena de vida, un orgullo que bien valdría recorridos guiados para extranjeros ¡y mexicanos! Sí, es cierto lo que dicen las noticias, pero hace más ruido lo que no dicen, lo que sucede calladamente todos los días.

Fue semana con universitarios. Recibimos a 20 alumnos de Mercadotecnia del Tec de Monterrey, campus Guadalajara, para llevarlos a recorridos antropológicos en la Ciudad de México. Nada mejor que la banqueta para completar lo que dicen los libros y se escucha en las aulas. Parece mentira, este tipo de dinámicas dan una sensibilidad que no se obtiene en una sala de juntas hablando de "el consumidor y el mercado". El mundo corporativo se va quedando ciego. No es casual que directivos de grandes corporaciones acudan a estos "viajes por el mundo real" para inspirarse.

Entramos a grandes salones de clases: la pulquería Las Duelistas, y el Mercado San Juan Pugibet (homenaje al generoso empresario francés Ernesto Pugibet), en pleno corazón de la Ciudad de México, un lugar mágico, a la altura de La Boquería, en Barcelona.

Nos seguía con su cámara Oscar Pimentel, encargado del testimonio audiovisual del recorrido. Desde que capté el brutal colorido del panorama, me pregunté ¿cómo lo verá Oscar? Resulta que el chico es daltónico. En la víspera había yo visto su muy buen documental...

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