Eduardo R. Huchim / Convivir con el elefante

AutorEduardo R. Huchim

Si los primeros informes marcan ruta, la de Enrique Peña Nieto es decepcionante. Su mensaje (02/09/13) mostró a un hombre que, a nueve meses de haber llegado a la cúpula del poder, tempranamente se está apartando de la realidad, apartamiento que se refleja en soslayar dos de los tres principales problemas del país: a) la corrupción que con su hermana impunidad atraviesa transversalmente al Estado mexicano y que fue omitida del texto presidencial, como si no mencionarla la desapareciera, y b) el auge de la delincuencia organizada que cercena vidas, altera la estabilidad social, frena inversiones y a la que se le sigue combatiendo con métodos cuyo fracaso está acreditado.

El tercer problema principal, la desaceleración económica que algunos especialistas consideran ya recesión, no había tenido atención suficiente sino hasta el domingo pasado (08/09/13), cuando el anuncio de la reforma hacendaria le confirió centralidad.

El primer trimestre de Peña Nieto fue rutilante. Tras años de hablar de México sólo para referirse a la guerra antinarco y sus brutales consecuencias, la prensa extranjera empezó a augurar un gran futuro para México, el próximo tigre que superaría los logros de Brasil, India y China. En el frente interno, el golpe asestado a la impresentable Elba Esther Gordillo impulsó la popularidad del nuevo Presidente, por más que la figura del líder petrolero Romero Deschamps le siga pesando. El Pacto por México mostró a un mandatario tan seguro de sí mismo que no dudaba en negociar con la oposición para asegurar la aprobación de sus reformas.

Los dos trimestres siguientes fueron distintos. El pretendido "mover a México" se tornó en semiparálisis. Los resultados son tan malos en la economía que no es exagerado concluir que la rutilancia inicial pudo haber sido un espejismo. La estrella del equipo de Peña Nieto, Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda, no ha generado buenos frutos. Hábil coordinador de campaña, artífice de un entramado financiero que la sospechosa Unidad de Fiscalización del IFE no desentrañó, su discurso articulado y convincente generó confianza. Confianza que con gran rapidez empezó a deslavarse cuando el tiempo pasaba y el dinero no fluía de las arcas públicas, lo cual se tornó en poderoso elemento que explica parcialmente la semiparálisis.

A los pequeños empresarios no les ha ido bien y al ciudadano de a pie tampoco, por la baja del poder adquisitivo (en tres meses pasó de $1,470 a $1,292, según...

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