Eduardo R. Huchim / La seducción en San Lázaro

AutorEduardo R. Huchim

Al denunciar que los diputados recibieron ingresos extras por la aprobación de las leyes secundarias en materia energética, los diputados Zuleyma Huidobro y Ricardo Monreal colocaron los reflectores sobre un grave problema que distorsiona las tareas del Congreso de la Unión y erosiona su credibilidad: el abuso del dinero y su utilización como instrumento de seducción por parte del Ejecutivo.

La revelación de los legisladores, ambos del partido Movimiento Ciudadano, generó el rechazo de diputados del PRI, PAN y PRD. Se desmiente que sean bonos, pero se coincide en que son "subvenciones extraordinarias" acordadas por los grupos parlamentarios. Sean unos u otras, forman parte del dinero opaco que circula en las dos Cámaras del Congreso.

Bonos, subvenciones, excesivos viajes y viáticos, pagos a supuestos asesores, compra sospechosa de equipos, contratos millonarios irregulares y los famosos moches derivados de recursos para obras municipales, entre otras corruptelas, conforman el universo del dispendio legislativo, una de las causas de que senadores y diputados se sitúen entre los peor evaluados en las encuestas, incluso por debajo de los policías.

Es posible que la refutación a Huidobro y Monreal posea veracidad, pero a estos los apoya la devolución -o su intento- de 15 millones de pesos asignados a su grupo parlamentario. Con todo, es posible que los refutadores tengan razón y los fondos entregados en medio de la discusión de las leyes energéticas no posean el carácter de premio por éstas. Un dato aportado por la periodista Jesusa Cervantes podría respaldar esa versión: en el anteproyecto de presupuesto federal 2015 se incluye, para San Lázaro, una partida de 500 millones por concepto de "desempeño legislativo" (Proceso, 10/08/14). Dicho de otro modo, ahí estaría el verdadero premio: un millón de pesos por diputado. Es deseable que, por mínimo decoro, esa partida no se materialice.

Han dicho varios diputados que todos sus ingresos son legales y tal cosa no está a discusión porque ellos mismos aprueban el presupuesto federal, pero ¿son legítimos, son éticamente justificables esos dineros que reciben los grupos parlamentarios y se manejan con discrecionalidad y sin rendición de cuentas? Difícilmente lo son. Más...

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