Eduardo R. Huchim / El desprecio a las urnas

AutorEduardo R. Huchim

¿Qué decir cuando sólo un tercio de la población convocada sale a votar y dos tercios se abstienen, mientras en 2018 la participación rebasó el 62%?

¿Qué estamos haciendo mal para que la abstención haya sido la característica común de los comicios del 2 de junio en seis estados?

¿Por qué las elecciones locales, que antaño concitaban gran interés porque se trata de las autoridades más cercanas al ciudadano, ahora fueron objeto de su menosprecio?

No hay respuestas únicas porque las circunstancias de Puebla (hartazgo por tres elecciones y por las campañas negras) no son las mismas que las de Baja California y Quintana Roo, para citar casos geográficamente extremos.

Tiene razón el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, cuando alude a motivos multifactoriales de la abstención y la desvincula de la organización de los comicios, pero es necesario tener presente que las autoridades electorales (INE y organismos locales) no pueden desentenderse del fenómeno porque son las primeras encargadas de la promoción del voto (Legipe, Art. 6), tarea que comparten con partidos y candidatos.

Y ante las cifras de la abstención, que fluctuaron entre 55% (Durango) y 78% (Quintana Roo), todos -autoridades, partidos y candidatos- fracasaron estrepitosamente. En Puebla, donde el INE asumió en buena hora la organización total de los comicios, hubo 66.6% de abstención. Qué pobre mandato recibió el próximo gobernador, Miguel Barbosa Huerta, con menos de la mitad del 33% del electorado. Y algo semejante ocurrió en Baja California, con Jaime Bonilla Valdez, quien obtuvo 50.3% del 29.5% de votación total.

La nube de la abstención ensombreció dos importantes triunfos de Morena, que le arrebató dos gubernaturas al PAN, partido que vio concluir su dominio de 30 años en Baja California. Ahí el proceso comicial se desarrolló en la incertidumbre, debido a los sucesivos litigios que concluyeron apenas tres días antes del domingo de la elección, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que el periodo del triunfador sería de dos años y no de seis, como lo había resuelto el tribunal de BC.

La incertidumbre también se dio en el seno de la Sala Superior del TEPJF, porque -en un episodio poco conocido fuera del tribunal-, la ponencia de Felipe Fuentes, magistrado presidente, elaboró un proyecto que proponía confirmar el periodo de seis años, pero lo retiró al no obtener mayoría y presentó al pleno...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR