Eduardo R. Huchim / Huésped de la ciencia ficción

AutorEduardo R. Huchim

Versiones de círculos cercanos a los hechos indican que la renuncia de la magistrada presidenta de la Sala Superior del TEPJF, Janine Otálora Malassis, se produjo después de una amplia operación política para separarla anticipadamente de su cargo, a consecuencia del caso Puebla, en el cual ella emitió el voto definitorio contra la nulidad de la elección de gobernador.

Si como parece esa operación fue realizada por el presidente de la Suprema Corte con la participación de una ministra y la promoción del consejero jurídico de la Presidencia de la República, habrá que decir que su resultado muestra una candidez mayúscula porque defenestraron a una magistrada éticamente confiable y razonablemente imparcial (aunque no haya logrado controlar la malquerencia de un homólogo) y empoderaron a un magistrado que, en diversos casos, probó su lealtad al gobierno de Enrique Peña Nieto y al Partido Revolucionario Institucional.

Sólo la ingenuidad podría explicar que el magistrado Felipe Fuentes Barrera, pese a sus antecedentes de clara parcialidad a uno de los actores políticos, presida ahora la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que -conviene recordarlo- es la máxima autoridad en materia comicial. Y si Fuentes cambia ahora su lealtad para ponerla a disposición del nuevo Presidente y del nuevo partido en el poder, tanto peor. Las lealtades de los jueces solo deben ser para la justicia y la ley.

En el sexenio anterior, Humberto Castillejos, consejero jurídico de Peña Nieto, ejerció una perniciosa influencia sobre el Poder Judicial, incluido el TEPJF. Resulta altamente lamentable que Julio Scherer Ibarra, consejero jurídico de López Obrador, haya empezado a caminar sobre las obscuras huellas de Castillejos.

El episodio Otálora-Fuentes va más allá de una anómala sucesión en la presidencia del Tribunal Electoral porque pone de relieve cuán difícil es acatar el mandamiento constitucional de división de poderes y obliga a preguntarse si debemos aceptar resignadamente que, pese a las alternancias en el Poder Ejecutivo, la autonomía de los órganos del Estado mexicano siga siendo huésped de la ciencia ficción.

¿Qué diantres tiene que hacer un personero del Ejecutivo conspirando para defenestrar a la presidenta de un órgano autónomo? ¿Cómo explicar que el presidente de la Corte -prestigiado autor de sentencias vanguardistas y valioso actor del avance jurídico-democrático de la nación- desplace a una...

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