Eduardo R. Huchim / Jirones

AutorEduardo R. Huchim

Miguel Ángel Granados Chapa, laureado.

Al tercer intento, el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) logró hacer, en una desabrida sesión del Consejo General, la declaratoria formal del inicio del proceso electoral que confluirá en los comicios de diputados y jefes delegacionales en julio de 2009. Lo hizo casi en el límite del plazo establecido por el Código Electoral capitalino, que sitúa ese inicio en la primera semana de octubre, entendiendo por ésta el primer lapso que va de domingo a sábado, según tesis jurisprudencial del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

El IEDF tendrá que trabajar con intensidad para disolver las nubes de riesgo que todavía gravitan sobre tal proceso, como consecuencia de la crisis interna que afecta al órgano comicial y que política, ética y operativamente dista de estar resuelta. Y aun cuando sería deseable su pronta solución, ésta difícilmente se materializará mientras Isidro Cisneros permanezca en su puesto, porque además de la confrontación con sus colegas, su ineptitud para conducir las tareas institucionales es manifiesta.

La tarde y noche del pasado martes 7 de octubre, corrió insistente la versión de que el consejero presidente renunciaría al día siguiente, con lo cual se abría la posibilidad de comenzar a resolver la crisis. La versión se fortaleció con el hecho de que, desde la semana anterior, el secretario del gobierno capitalino, José Ángel Ávila, había realizando consultas a posibles candidatos y candidatas a suceder a Cisneros.

¿Por qué Cisneros estaba dispuesto a renunciar después de aferrarse al puesto? Presuntamente se le había planteado una disyuntiva: o renunciaba en términos tersos y recibía una suculenta indemnización o sería sujeto de una denuncia penal por sus manejos de los dineros del IEDF. Así se llegó a la sesión del Consejo General convocada por el propio Cisneros para iniciar formalmente -el miércoles 8- el proceso electoral y, acto seguido, presentar su dimisión. El asunto se atoró porque el consejero presidente quería una suerte de exoneración por parte del contralor Miguel Ángel Mesa, a lo cual se opusieron los consejeros que intentaron destituirlo hace poco más de un mes. Consecuencia: Cisneros no se presentó a la sesión y, por tanto, ésta no se celebró.

La crisis, decía yo, dista de estar resuelta, pero independientemente de ésta, lo cierto es que sobre el consejero presidente pesan graves acusaciones que no deben ser soslayadas. El contralor denunció...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR