De la emoción a la decepción

AutorGuillermo Leal

El recibimiento que el público de la México le dio a "Zotoluco" apenas pisó el ruedo fue de emoción desbordante, la despedida fue de una gran decepción. Y es que no se puede torear tan bien como lo hizo en su primero y jugarse la vida en su tercero para todo dejarlo ir con la espada. Lo mismo Caballero, quien realizó una torera faena y luego mató de un bajonazo. Total es que ninguno dio lo que de ellos esperaban.

-¡Y eso sí, da coraje!-, dijo un aficionado que, como muchos, registraron otra vez una gran entrada (más de tres cuartos) en la México y se salieron incluso antes de que doblara el último toro de Xajay, ganadería queretana del más alto prestigio, pero que en esta ocasión sus toros, todos bien presentados y cumplidores con los picadores, no se prestaron para el lucimiento.

Salvo el primero que fue bueno y bravo, los demás resultaron blanditos. Esa emoción característica en la vacada de Xavier Sordo Bringas ayer anduvo ausente.

Seguramente Eulalio nunca olvidará la estruendosa ovación que escuchó al pisar la arena, otra cuando salió al tercio después del paseíllo y una más, ésta compartida, cuando el público obligó a que sacara a su compañero, también triunfador de Madrid, el picador Efrén Acosta.

Pero tampoco olvidará que por culpa de la espada y quizá de la decisión de matar a los toros como lo hizo muchas tardes en España, el gozo se fuera al pozo y el público le cambiara las palmas por pitos. Eulalio toreó con trazo largo a su primero, muy a la española, despatarrado y con la muleta de frente. En ese momento le funcionó, aunque no quiere decir que así vaya a torear aquí en México.

Tandas largas y templadas que pusieron al público de pie. Desde que se perfiló a matar se mostró inseguro, el toro no se colocaba, él tampoco y después de un pinchazo, la espada se le fue abajo...

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