El encanto de los 'baby face'

AutorEugenio Guzmán

Pagar el boleto y las palomitas hace unos 20 años significaba sentarse a ver cómo Sylvester Stallone eliminaba al cuerpo policiaco de toda una ciudad en Rambo y Bruce Willis terminaba con la paciencia de un grupo de ladrones terroristas en Duro de Matar.

Era la misma época en que Arnold Schwarzenegger amenazaba con poblar la Tierra de androides en Terminator y Harrison Ford era perseguido por una roca gigante vestido como Indiana Jones.

Aquél era un cine de tipos broncos que seguían la escuela de Clint Eastwood y Steve McQueen, un cine con hombres de rasgos marcados, que casi siempre tenían la última palabra, pero que rara vez, o nunca, asomaban fragilidad y menos dulzura en su personalidad.

Los actores con cara amable como Emilio Estevez, Rob Lowe y Andrew McCarthy fueron encasillados en lo que se llamó el 'Brat Pack', requeridos principalmente para comedias románticas y quizá sólo Michael J. Fox en la trilogía de Volver al Futuro mostró que, con todo y babyface, alguien puede quedarse con la chica y aplastar al antagonista.

Pero cambiamos de siglo y de paradigma. Hoy en día abundan actores de rostros aniñados en papeles de hombres fuertes.

Creemos sin problema que Leonardo DiCaprio grita y regaña ¡a Jack Nicholson! en Los Infiltrados; o que el infantil Tobey Maguire es el Hombre Araña, o que el exquisito Elijah Wood se deshace del maldito anillo en contra de varios ejércitos de testosterona pura en El Señor de los Anillos.

Según los principios básicos de diseño, los adultos con rostros aniñados son eficientes para manifestar inocencia, confianza y honestidad, mientras que los adultos de rasgos fuertes lo son para transmitir autoridad.

Pero de alguna manera a Hollywood le ha resultado lucrativo extrapolar estas condiciones porque el público se cansó de ver al protagonista como un ser poderoso sin emociones y ha preferido protagonistas de aspecto sensible con los que se puede identificar fácilmente.

ARAÑAS ANIÑADAS

La primera parte de El Hombre Araña costaría al estudio unos 100 millones de dólares en hacerla, más otros 30 invertidos en publicidad y promoción. Los productores sabían que parte del éxito dependía de elegir bien a quien fuera a ponerse la piel de Peter Parker.

La carta fuerte del director Sam Raimi era Tobey Maguire, de 1.75 metros de estatura, aspecto lampiño, boca delgada y cara redonda como de bebé. La producción se inclinaba más por James Franco, quien ya había hecho casting, y quien cuenta con rasgos más dramáticos y un...

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