Encrucijada educativa

AutorOtto Granados y Dr. Michael M. Crow

Ante la pandemia, la educación tradicional se cimbró. Muchos universitarios viven una tragedia: algunos no podrán concluir sus estudios, otros no encontrarán trabajo al egresar. En tanto, ya hay universidades que exploran innovaciones tecnológicas, nuevas modalidades de aprendizaje y alianzas estratégicas.

Generación Covid ¿generación perdida?

Otto Granados

Ex titular de la SEP y actual presidente del Consejo Ases or de la OEI

Según la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), unos 177 millones de niños y jóvenes han visto interrumpida su enseñanza escolarizada en la región. De ellos, 27 millones corresponden a estudiantes universitarios de América Latina y el Caribe (ALC), de los que dos y medio millones, en condiciones normales, se habrían estado graduando en 2020. Probablemente esto ya no sucederá, o no en los formatos, dimensiones y calendarios habituales, y, si ocurre, se enfrentarán a un mundo distinto al que imaginaron cuando, hace cuatro o cinco años, empezaron sus estudios superiores.

Ahora, a menos que los formuladores de políticas públicas, las autoridades universitarias, la cooperación internacional y la comunidad empresarial puedan encontrar pronto alternativas novedosas y viables para integrar productivamente a esos egresados, su destino a corto plazo puede ser una verdadera tragedia humana, económica y social para ellos, sus familias y sus países. Pongamos las cosas en perspectiva.

Por efecto de una serie de variables, entre ellas la expansión de las clases medias, la transición demográfica y los programas de becas y préstamos, la tasa bruta de matriculación en educación superior vino creciendo aceleradamente en ALC: mientras en 2000 alcanzó 21 por ciento, en 2018 mostraba ya, de acuerdo con la OEI y UNESCO, un valor del 50.6 por ciento. Más aún: aunque no se tienen datos agregados para todos los países de la región, se estima que la incorporación de jóvenes de familias pobres explica aproximadamente el 45 por ciento de ese incremento. Si el impacto económico de la crisis sanitaria es tan grave como se pronostica ¿puede esta generación estudiantil convertirse en una generación perdida? Veamos.

Una de las expresiones más interesantes de la emergencia ha sido la explosión de reportes, diagnósticos, encuestas o estudios acerca de cómo abordar provisionalmente la anormalidad escolar (solo Google arroja mil 190 millones de resultados a la entrada "Covid y educación") lo que evidentemente se explica por la necesidad de identificar información sobre buenas prácticas y modalidades para proveer un cierto servicio educativo en casa, usar la tecnología, preparar materiales didácticos, atenuar pérdidas de aprendizaje o aplicar evaluaciones, todo lo cual suena bien. Lo que es menos claro, sin embargo, es el tratamiento fino respecto de grupos específicos como los estudiantes universitarios que egresan este año, en plena recesión, o lo harán en los dos siguientes que serán, si acaso, menos malos.

Por consecuencia, la primera asignatura es entender el aspecto humano, esto es, psicológico y emocional, del nuevo egresado que recién pensaba en sus opciones profesionales. No disponemos aún de información concluyente, pero...

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