Encuentros con México / Por los llanos de San Juan (VII)

AutorRicardo Diazmuñoz y Maryell Ortiz de Zarate

Ruta de las curiosidades

Última de siete partes

"...adopta la despreocupada ligereza del viajero, el andar pausado y el alegre paseo..."

Vladimir Jankélévitch

Grajales

A 2.5 kilómetros de Nopalucan, 2 minutos

Según el Diccionario de la Real Academia Española, curiosidad es, entre otras acepciones, una cosa curiosa o primorosa. En el caso del templo de San Marcos, no es precisamente lo segundo. Es una mole seudogótica que excita la curiosidad por su tamaño, su diseño imitativo y pretencioso, su altar inarmónico en relación con el espacio interior y sus ornamentos de fibra de vidrio: varetones de arcos, nervaduras, ménsulas, molduras de las ventanas, repisones y columnas truncas. Estos artificios de "cantera" se elaboran en el interior de la antigua capillita. Al recorrer el interior del corpulento recinto tenemos la sensación de pasearnos por una escenografía descomunal y arbitraria.

En la población hay una empacadora (La Morena) de conservas y una maltera. Lo más agraciado del pueblo es su vieja estación de ferrocarril.

San José Chiapa

A 5 kilómetros; 3 minutos

La pequeña población fundada por grupos náhuas está asentada en una región donde se formaban fangales en la época de lluvias, de ahí que su topónimo provenga de "chiahuitl", ciénega o pantano, y de "pa", en; por lo tanto, Chiapa significa "en el pantano".

Al acercarnos a este asentamiento de los Llanos de San Juan vislumbramos desde la carretera el carmín del templo de San José, dueño de una portada de cantera flanqueada por dos elegantes estípites churriguerescos que ascienden desde el piso hasta la máxima altura de la fachada. El carmín resalta la blancura de molduras y estípites, elementos arquitectónicos que absorben largo rato la mirada del viajero.

Si el exterior impacta por su belleza ornamental, el interior de tres naves con planta de cruz griega deslumbra por la exquisitez de las obras que aloja. El púlpito, elaborado con placas de alabastro y un fino taraceado de madera, está impregnado de sobriedad. Lo que más captura nuestra atención es el retablo, todo de ónix o alabastro, del altar mayor. Cuando las esculturas, relieves y columnas traslúcidas capturan los rayos solares que se escurren por la ventana coral en forma de estrella y por las puertas, el ámbito se torna inefable. Experimentamos un recogimiento similar al que percibimos en el capilla templaria de Santa María de Eunate, Navarra, durante nuestra andanza por el Camino de Santiago, no por la similitud de la...

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