Enigma entre callejuelas

AutorJeremy Horner

Cobijado por el techo bajito e inclinado del ático medieval que me sirve de habitación hoy en el Narutis, el hotel más antiguo de Vilna, me envuelve una confortable sensación de estar sumergiéndome en la historia.

El hotel, en un edificio que data del siglo 16, da la impresión de ser una sola pieza de un elaborado rompecabezas cronológico que es el barrio antiguo de esta capital conocida en algún momento como la "Jerusalén del Norte".

Deambulando por el dédalo de calles de un sólo sentido y callejones que conforman este sitio designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, había tardado más de una hora en encontrar el Narutis desde una iglesia que, como lo descubro ahora en mi mapa, está apenas a 200 metros de distancia.

Confirmo este hecho desde mi buhardilla, al recrearme en la luz crepuscular de una noche templada de agosto; reconozco en mi guía la parte superior de la fachada y los campanarios de la iglesia barroca de Mykolo Baznycia, que domina los techos angulosos y me recuerda una escena extraída de un cuento de hadas de los Hermanos Grimm.

Tras atiborrarme con un copioso desayuno de pan de centeno fresco y huevos de granja, salgo del Narutis dispuesto a recorrer los adoquines de Pilies Gatve, la calle principal.

Entre más pienso en el mapa, menos siento que lo usaré; éste es un lugar donde te sientes obligado a explorar y a perderte a propósito, como uno de esos mágicos libros que recibe (o debiera recibir) todo niño alguna vez, y que despliegan escenas en 3D con cada vuelta de página.

Existe algo así como una majestad arquitectónica cada vez que alza uno la mirada, capa sobre capa de historia arquitectónica, sutilmente dominada por tonos pastel del barroco.

Alguna vez Lituania presumió un imperio que se extendía del Mar Báltico al Mar Negro y, pese a su pequeño territorio, su capital revela una impresionante colección de edificios públicos barrocos en ambas riberas del río Vilnia, exquisitamente conservados con un triunfante sentido de orgullo cívico.

Interminablemente enigmática, Vilna se revela gradualmente y parece agregar un nuevo giro a cada esquina. Si consultas un mapa del barrio antiguo, no encontrarás un solo ángulo recto: la antítesis de una cuadrícula. Una de las imágenes más célebres de Vilna es la de media tetera que sobresale de la pared de una tienda de cerámica, como para recordarte la existencia de otra capa o dimensión en la que no habías pensado.

Es un indicio del carácter lituano, marcado por la curiosidad...

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