Enrique Krauze / 1810, 1910, 2010

AutorEnrique Krauze

Estamos a sólo siete años de conmemorar los cien años de la Revolución Mexicana y los doscientos de la Revolución de Independencia. ¿Habrá un festejo cívico o una nueva revolución? Yo no creo en la circularidad de la historia y pienso que una revolución es imposible, lo cual no significa que nuestro país esté inmune a estallidos políticos y sociales, sobre todo si los mexicanos terminamos por desesperar de nuestra recién conquistada democracia, si permitimos la erosión de las pocas instituciones estables que nos quedan, si descreemos de los partidos (cuyo penoso desempeño actual, sobre todo en el caso del PRI, es suicida), si perdemos el control de nuestras finanzas públicas, si se encienden focos insurreccionales instigados por grupos que buscan la vuelta a la supuesta Arcadia prehispánica, o por las fuerzas trasnacionales que actúan en Bolivia, Colombia, Venezuela o en algún lugar de las montañas de Afganistán. El desastre puede sobrevenir también, antes de lo que imaginamos o tememos, si nuestro vecino vuelve a ser blanco de grandes atentados terroristas que lo decidan a sellar herméticamente sus fronteras. Aunque es improbable que estos escenarios extremos se materialicen, la sola extrapolación de nuestra condición actual de estancamiento y pobreza al 2010 es lo suficientemente grave como para reflexionar, con la mayor seriedad, sobre las perspectivas de nuestro futuro inmediato.

Ese debate no se está dando, en lo absoluto. No se está dando porque hemos relegado la política y vivimos inmersos en la politiquería, porque ante el vacío de poder todos los actores sin excepción tienen los ojos puestos en el 2006, y porque -según nuestra inveterada costumbre- seguimos culpando convenientemente a Estados Unidos de todos nuestros males. Pero más allá de la superficialidad, de la irresponsable miopía y del oportunismo victimista, el debate no se está dando porque México sigue cautivo del mito de la Revolución. Es ese mito el que invocan tácitamente muchos diputados y senadores, sobre todo del PRI y el PRD. (En el PAN parecen no darse cuenta siquiera de que la Revolución existió.) Se dice que tocar el mito es como "quitar al tigre los hilitos", "despertar al volcán". Yo creo lo contrario: dejarlo intocado es la mejor forma de condenarnos a la violencia en el 2010.

El Maestro Luis González y González ha sugerido que en la mitología de la Revolución Mexicana (así, con R y M mayúsculas) hubo siempre un fuerte componente religioso, como si los hechos...

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